Apropiarse, fragmentar y dar nuevos significados puede ser una herramienta para subvertir la mirada eurocéntrica y hegemónica. Tres artistas de Brasil –Domitila De Paulo, Alberto Pereira y Moara Tupinambá– cuentan por qué el collage es central en sus obras.
Yuíre. Moara Tupinambá. Foto: cortesía de la artista.
Domitila de Paulo. Colagem Série Deusas no Orun (Collage Serie Diosas en el Orun). Foto: cortesía de la artista.
Izquierda: Alberto Pereira. Naná Vasconcelos. "The Bone Player" (El jugador de huesos) William Sidney Mount (Estadounidense, 1807-1868). Derecha: Alberto Pereira. Doña Ivone Lara. "Portrait of Queen Maria Josepha (1699-1757), Wife of King Augustus III of Poland" (Retrato de la Reina María Josefa, Esposa del Rey Augusto III de Polonia) Pietro Antonio Rotari.
Domitila de Paulo: el collage es reinvención
Fue a través de compilar, fragmentar y agregar un nuevo significado a las imágenes consolidadas que la artista minera Domitila de Paulo comenzó a crear su retrato simbólico de artista visual y mujer negra, después de haber empezado una carrera como estilista y diseñadora de moda. Bueno, ¿hasta qué punto tu imagen estaba representada en las piezas que creabas para marcas importantes? «Veía pocas referencias que me llevaran a entender mi identidad y, en particular, mi identidad como afrobrasileña», recuerda la artista. El reencuentro con el collage –una constante en la época de mi carrera en la facultad de moda– dio como resultado la serie Deusas no Orun (Diosas en el Orun) (2015), inspirada en la lectura de la obra Igbadu, a cabeça da existência: mitos nagôs revelados, de Adilson De Oxalá, sobre los mitos de la creación del universo religioso que dio origen al culto de los orichas.
Sus telas que conectan a la mujer, la naturaleza y el universo llamaron la atención, y hoy sus collages también ilustran portadas de álbumes y libros. La artista trabaja con collage analógico, lo que hace de la búsqueda de imágenes en librerías de segunda mano un capítulo importante del proceso creativo. «Siempre me gustó coleccionar publicaciones antiguas, como curiosidad sobre cómo fueron cambiando los materiales de otros tiempos hasta llegar al tiempo en que vivo. Y reconocer, a través del tacto, la diferencia en texturas de papeles e impresiones, colores y abordajes», comenta.
La imagen de la mujer negra ocupa un espacio privilegiado en los lienzos de Domitila de Paulo, para quien es fundamental la resignificación de las imágenes afrobrasileñas. «El blanco siempre ha sido presentado como el sujeto universal y protagonista en situaciones positivas. Quien no encaja en ese ser blanco, no se ve representado», señala la artista. «Necesitamos reflexionar sobre la diferencia entre representación y representatividad. La actividad de modificar esta lógica es muy importante. Estar en los lugares de decisión y reconstrucción de estos sistemas es esencial para que se produzcan cambios de verdad», concluye.
Alberto Pereira: retorcendo os signos (retorciendo los signos)
Fue apropiándose de pinturas de los siglos XV al XVIII que el carioca Alberto Pereira lanzó, en 2014, la serie Negro Nobre (Negro Noble), donde rostros de icónicas personalidades negras de la cultura brasileña, como los músicos Jorge Ben Jor, Doña Ivone Lara y Seu Jorge, asumen el protagonismo en retratos de la monarquía europea. Con la serie, Pereira propone una nueva narrativa para las imágenes producidas en un período en el que las personas negras nunca eran retratadas, además de destacar la participación fundamental de los cuerpos negros en la construcción de la cultura popular brasileña. «Me gusta retorcer los signos, busco desplazar elementos que aparentemente no tienen relación y darles un nuevo significado al unirlos», dice el artista. En Negro Nobre resinifiqué 40 retratos con la ayuda de software de edición de imágenes, y esto se extendió rápidamente por las redes sociales y fue reposteado por los artistas que se vieron en una representación inusual. «Mi objetivo es que no parezca un collage y, para ello, el proceso analógico termina siendo limitado», revela el artista.
La producción de los primeros collages coincidió con la intensidad del debate sobre las pautas raciales en Brasil y este era el estímulo que Pereira necesitaba para subvertir discursos con tintas coloniales. A partir de este impulso, Pereira creó una imagen que hoy es una vieja conocida para quienes caminan por las calles, no sólo de Brasil, sino también del Líbano, Estados Unidos, Argentina y Suiza: el collage Jesus Pretinho (Jesús Negrito), una imagen impresa en cartel de calle que, desde 2016, ha estado pegada en muros y paredes, y que cuestiona el imaginario eurocéntrico de un Cristo de piel clara. «Con el collage entendí que podía crear alternativas a la ‘realidad’ impuesta, ofreciendo otras percepciones, contando historias, revirtiendo lógicas y resignificando algunos aspectos simbólicos que le son socialmente impuestos a la negritud», dice Pereira.
Moara Tupinambá: collage como reconexión
El trabajo de la artista paraense Moara Tupinambá busca la inspiración de los pueblos nativos de América. Descendiente de los cucuranã y tupinambá, sus collages son también una herramienta de activismo. Con el conjunto Mirasawá –pueblo, en lengua nheengatu– Tupinambá debutó en la técnica de sumar y mezclar imágenes. Capas de estrellas, planetas, lunas, hojas, flores y pinturas colaboran para resignificar a las mujeres indígenas, transformándolas en personajes con un aura mítica. El énfasis dado a las mujeres surge del deseo de reconectarse con la ancestralidad y el reconocimiento del papel de las mujeres en la lucha por los derechos de las naciones indígenas. «Uso el collage para conectarme con mis parientes. Como nunca tuve un álbum familiar de mis ancestros, el arte me ayuda a crear esta conexión», dice la artista.
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El origen de las apropiaciones marca las dos fases de la serie. En la primera, Tupinambá utiliza fotografías registradas con una mirada eurocéntrica. La obra Kadiweu por ejemplo, propone un recuento del conocido retrato de una joven indígena realizado en 1872 por el italiano Guido Boggiani: un canon de estudios etnográficos sobre gráficos corporales de la nación kadiweu, en el centro-oeste brasileño. La artista argumenta que, gracias al dispositivo del collage, fue posible devolverle la identidad a un rostro que, hoy en día, está más asociado a la antropología que a la cultura indígena.
Kuêra. Moara Tupinambá. Foto: cortesía de la artista.
En la segunda fase, tenemos fotografías contemporáneas de mujeres activas en la sociedad indígena, que han sido registradas por los propios indígenas. La presidenta de la Apib (Articulação dos Povos Indígenas do Brasil), Sônia Guajajara, es inmortalizada como una estatua mítica bajo una lluvia de estrellas. Con la pandemia y la consecuente restricción del acceso a librerías de segunda mano, donde la artista consigue, en revistas y en enciclopedias, la materia prima para sus collages, los trabajos de Moara Tupinambá comenzaron a recibir tratamiento digital y algunos se volvieron animaciones. La obra de la artista se expone en la exposición Resurgences of Amazonia! (Resurgimientos de la Amazonía), junto a Uyra Sodoma, en Kunstraum de Innsbruck, en Austria.
Anna Azevedo es periodista, cineasta e investigadora de artes visuales con un enfoque en los procesos de reciclaje de imágenes y descolonización en el arte contemporáneo.
Traducción del portugués de Catalina Arango