Conversación con

Mulambö: mi escuela de arte fue el carnaval

Al artista carioca Mulambö le gusta trabajar con materiales, objetos e imágenes considerados “simples”, pero que tienen una carga histórica y una subjetividad enormes. Se pone feliz cuando su arte vuelve a la escuela y llega a los niños y a los jóvenes: “De hecho eso es lo que hace que la obra adquiera vida”.

C&AL: ¿Por qué Mulambö?

M: Cuanno era niño, siempre estaba jugando a la pelota y estaba sucio de la calle. Y mi mamá siempre decía que yo estaba todo esmulamabdo [zaparrastroso]. Cuando empecé con el trabajo que hago hoy, mi idea era estar sucio de tinta del mismo modo en que estaba sucio cuando jugaba en la calle.

C&AL: ¿Cómo aparecen en sus trabajos la ancestralidad y la opresión social?

M: La ancestralida aparece como necesidad y la opresión social como secuela.

C&AL: ¿Qué importancia tiene el uso de, digamos, “restos”, como elemento de su arte?

M: Los “restos” surgieron en el trabajo como la única posibilidad que yo tenía al comienzo de mi carrera, porque no tenía dinero para comprar material, telas, tintas y todo lo demás. Entonces comencé a buscar en la calle pedazos de madera y papel y usaba tintas de material de construcción que tenía en casa. Con el correr del tiempo, mi trabajo se fue desarrollando y esos elementos se volvieron una elección: trabajar con materiales, objetos, símbolos, signos e imágenes que son considerados simples, pero que tienen una carga histórica y una subjetividad enormes. Por ejemplo, cuando pinto una escoba no oculto que eso es una escoba. Y esto no solo en el plano visual sino también en el funcional. Es un intento de usar cosas que nos acercan, como medio para hablar de nosotros.

C&AL: ¿Qué quiere decir usted con esa frase: “En el mundo no hay museo como la casa de nuestra abuela”?

M: Pensar un poco de manera personal nuestra historia, nuestra familia, nuestro lugar, y que ese sea nuestro punto de partida. “La casa de nuestra abuela” como lugar de aprendizaje y memoria, pero también de seguridad y futuro. Un lugar que mezcla tiempos y nos hace mirar e ir hacia adelante y hacia atrás.

C&AL: Cuéntenos un poco sobre las exhibiciones en que mostró su trabajo.

M: Mi primera exposición indiviual fue Tudo nosso (Todo nuestro) en el Museo de Arte de Río, en 2019, que se dio gracias a la invitación del curador Marcelo Campos. Esa muestra cambió mi vida. A partir de entonces, ese mismo años, hubo dos exposiciones más: Reservado para pixador amador (Espacio reservado para grafitero amateur), en el Centro de Artes UFF, em Niterói, y Prato de pedreiro (Plato de albañil), en el Centro Municipal de Arte Hélio Oiticica, en Río de Janeiro. Todas muy cercanas en el tiempo. Con excepción de la muestra del Museo de Arte de Río, fueron muestras independientes y con mi curaduría. Ese fue un proceso de mucho aprendizaje y agitación. Le agradezco mucho a mi novia, la artista Ana Bia Silva, que me ayudó mucho en ese período.

Para compartir un poco de la historia de esas exposiciones que cambiaron definitivamente mi vida, hice un libro, que está disponible para descargarse de modo gratuito en mi sitio web, y en ese libro trato de mostrar lo más importante de todo el porceso de esas muestras. Después de eso, realicé Traçantes (Trazantes), en el SESC Santana de San Pablo, Mulambö todo de ouro (Mulambö todo de oro), en la galeria Portas Vilaseca de Río de Janeiro, y Out of many, muchos más en el espacio Das Schaufenster, en Seattle, Estados Unidos. En todas la curaduría fue sólo mía, excepto la muestra de los Estados Unidos, donde tuve la cocuraduría de Ana Parisi.

Hacer exposições es lo que me más me da placer, porque mi proceso de desarrollo de una muestres es como la creación de un desfile de samba (DESFILE), y pienso el argumento, los distintos espacios y la narrativa que surge a través de los trabajos. Este año, si todo va bien, voy a inagurar una muestra en el Instituto Pretos Novos, de Río de Janeiro, donde voy a buscar explorar diversos lenguajes y formatos partiendo de la idea del Ourubu, un símbolo muy presente en mis trabajos. Estoy muy entusiasmado, porque el proyecto es un retorno a un espacio que recibe muchos estudiantes. Me pone muy feliz que el trabajo vuelva al lugar de la escuela, a los chicos, porque de hecho eso es lo que hace que la obra adquiera vida.

Fábia Prates es periodista con paso por grandes medios brasileños. Actualmente escribe sobre temas relacionados con la cultura, el comportamiento y la comunicación corporativa
 
Traducción: Nicolás Gelormini

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