Café, ron, azúcar y oro

Una paradoja poscolonial

El colonialismo como sistema de opresión nunca se terminó, más bien se ha renovado. Aunque los productos del Sur Global que tradicionalmente simbolizaban relaciones de poder y explotación puedan haber cambiado, el colonialismo continúa bajo otras formas. Diez artistas reunidos en una exhibición en San Franciso examinan el tema.

Los tapices y las obras en fibra del jamaiquino Ebony G. Patterson exploran el género y las políticas del cuerpo. En A View Out y A View In (2015) Patterson juega con tópicos asociados a la cultura juvenil –exceso, embellecimiento– y construye una tela para explorar la descorporización de la juventud, la cultura negra, la violencia estatal y la exclusión social.

Las enormes pinturas de Firelei Báezexaminan cómo resultan excluidos del amplio espectro de lo popular determinadas historias y cuerpos, y para reescribir esos mitos culturales recurre al pelo y a la corporalidad fememina. Baez, que nació en Dajabón, República Dominicana, muy cerca del límite con Haití, creció con padres a ambos lados de la frontera. A los diez años se mudó a Estados Unidos y sus pinturas tienen el sello de esa travesía vibrante, psicológicamente compleja, de un lugar a otro. Su colorido uso del tamaño natural, de las flores, del pelo desordenado y de las siluetas curvas pone a las mujeres negras y morenas en un contexto amplio, que rechaza lo que Spivak describiría como su estatus de subalterno, e invita a los espectadores a quedarse mirando ese cuerpo, que en el reino de la blanquitud es indeseado e invisible.

En su serie de 2018, titulada The Redbones, Lavar Munroe –que vive y trabaja en Indiana y las Bahamas, donde nacióconstruye un reporte ficcionalizado sobre un grupo de niños al que hacendados adinerados fuerzan a estar en el frente de guerra como rito de pasaje. A lo largo de los años, Lavar Munroe reunió fotografías de ciudades de Senegal y las usó como referencia para sus pinturas. El rojo sangriento y el rosa son un reflejo de las atrocidades que ocurrieron en el Sur Global y una demostración del poco poder que tienen los grupos de ingresos más bajos, los desamparados y los subalternos. La utilización de esa paleta también remite a la carne apenas cubierta y al trauma constituivo que yace apenas oculto en la gente golpeada por el colonialismo y la subsecuente disolución de esa historia mediante la norma poscolonial.

La política del Caribe abarca una narrativa compleja, es inseparable de la brutal historia de la captura de africanos, de la naturaleza terrorista y violenta del sistema impuesto a esos cautivos y del rechazo sistemático a reconocer la herencia dolorosa y destructiva que se dejó tanto a los cautivos como a la población indígena de las islas. La curaduría de Coffee, Rhum, Sugar & Gold: A Postcolonial Paradox, hecha por Larry Ossei-Mensah y Dexter Wimberly, plantea sagazmente este tema incluyendo la obra de Firelei Báez How to Slip Out of Your Body Quietly (2018), que aborda la idea de la conexión entre la tragedia humana y la ecológica en cuanto testigo de los abusos. Usar el cuerpo femenino negro/moreno a modo de raíces –la vida interior subterránea que da fundamento a la flora y fauna que crece desde la tierra– es un gesto poético y un modo plástico de pensar lo que la académica india y crítica feminista Gayatri Chakravorty Spivak podría describir diciendo «ese subalterno, cuando es una mujer, está aun más profundamente en las sombras».

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