La artista visual, profesora universitaria y curadora Naine Terena analiza la producción contemporánea de artistas indígenas en Brasil y habla sobre la exposición Véxoa: Nós Sabemos (Véxoa: Nosotros Sabemos), que ocurre en la Pinacoteca de São Paulo y de la cual ella es curadora.
Pinturas de Daiara Tukano (fondo) y dibujos de Pajé Gabriel Gentil Tukano (en la ventana al frente). Exposición “Véxoa - Nós sabemos”. Foto: divulgación.
Máscaras y ropa de la gente Wauja (detalle). Exposición Véxoa: Nós sabemos (Véxoa: Nosotros Sabemos). Foto: Divulgación.
Ilustraciones digitales de Yacunã Tuxá, 2019. Exposición Véxoa: Nós sabemos (Véxoa: Nosotros Sabemos). Foto: Divulgación.
Detalle del trabajo Nada que é dourado permanece 1 – Hilo (Nada que es dorado permanece 1-Hilo), 2020, de Denilson Baniwa, realizado en el contexto de la exposición Véxoa: Nós Sabemos. Foto: Divulgación.
Véxoa: Nós Sabemos (Véxoa: Nosotros Sabemos), en exposición en la Pinacoteca de São Paulo hasta el 22 de marzo de 2021, es la primera exposición dedicada al arte indígena realizada por esta institución, fundada hace más de un siglo. Algunas instituciones brasileñas están revisando la forma de acercarse al arte indígena, pero todavía tenemos un largo camino por delante, advierte la curadora Naine Terena en entrevista.
C&AL: ¿Cuándo el arte contemporáneo indígena brasileño comenzó a ser absorbido por espacios institucionales en el país, como son los museos, sin la etiqueta de “folclórico”?
Naine Terena: Es difícil precisar la fecha, pero creo que esto ha estado sucediendo en los últimos diez años, sobre todo a partir de 2018. El arte indígena, por supuesto, siempre ha existido, pero recientemente los artistas indígenas contemporáneos han llegado a incorporar nuevas herramientas de expresión, como el video y la fotografía. Esto quedó claro en la exposición Teko Porã y ReAntropofagia (2019; Universidad Federal Fluminense (UFF), con curaduría de Denilson Baniwa y del coordinador del Centro de Artes de la UFF Pedro Gradella, que trazó un panorama de la producción indígena contemporánea brasileña con representantes de diversas etnias, entre ellos, Daiara Tukano, Moara Brasil y Jaider Esbell. Al mismo tiempo en que los artistas indígenas diversificaban sus soportes, algunas instituciones brasileñas, como la Pinacoteca de São Paulo y el Museo de Arte de São Paulo, inspiradas por el pensamiento decolonial en pauta hoy en el mundo, pasaron a prestar más atención a esa producción.
C&AL: ¿Las instituciones brasileñas están revisando la forma de lidiar con el arte indígena?
NT: Algunas sí, pero aún tenemos un largo camino por recorrer en el país. No basta con querer montar una exposición. Es necesario preparar al equipo para mantener un diálogo con los artistas y comunidades indígenas, además de comprender las especificidades de esa producción. En mi opinión, la mayor diferencia en comparación con el arte no indígena tiene que ver con la relación con el mercado. Algunas obras de artistas indígenas no tienen precio, por ejemplo.
C&AL: En 2016 y 2019, los artistas indígenas Jaider Esbell y Denilson Baniwa ganaron, respectivamente, en la categoría online el Premio Pipa, uno de los más importantes del país. En 2020, Isael Maxakali ganó en la categoría «voto popular». ¿El arte indígena está «de moda»?
NT: Hay, de hecho, un gran interés en la producción contemporánea indígena en este momento, pero me preocupa mucho esta idea de la moda, porque implica algo que puede descartarse después de perder novedad. Para evitar que esto suceda, el arte indígena necesita no sólo estar presente en exposiciones temporales, sino también ser incorporado al acervo permanente de las instituciones.
La Pinacoteca de São Paulo, por ejemplo, fundada en 1905, sólo incorporó obras de indígenas a su acervo permanente en 2019, cuando adquirió trabajos de Denilson Baniwa y Jaider Esbell. Este es un proceso que pasa también por la educación, que debe estar en los libros de texto de los niños y también en la academia. Hoy hay mucha gente produciendo investigación sobre el arte indígena contemporáneo en las universidades. Son investigadores de diversos orígenes, no necesariamente indígenas, y no sólo en antropología, sino también en artes visuales. Esto debe continuar con más y más fuerza.
C&AL: ¿Cuál es el papel que desempeña el curador indígena en el arte contemporáneo?
NT: En mi opinión, este curador tiene un origen indígena, pero no sólo trabaja con la cuestión indígena. Yo misma investigo otros temas, como cuestiones relacionadas con la mujer y la infancia. No me gusta estar pegada a las etiquetas. Ahora, veo la curaduría como un acto político, sobre todo en el Brasil de hoy, donde los derechos de los pueblos indígenas vienen siendo constantemente amenazados por el gobierno federal. El arte funciona como instrumento de lucha para los indígenas. Corresponde a la curaduría dar visibilidad a esa producción efervescente y llevarla al mayor número de personas.
C&AL: ¿Qué enfoques buscaste para la exposición Véxoa: Nós Sabemos?
Hace cerca de dos años, cuando participé de un seminario sobre el pensamiento decolonial en la Pinacoteca de São Paulo, investigué por qué la institución no poseía ni una sola obra de un artista indígena en su archivo. En aquella oportunidad, dije que veía varias representaciones de indígenas en obras de arte, pero ninguna de ellas hecha por un indígena, y que, por lo tanto, no me sentía representada por aquello. Meses después, la Pinacoteca me buscó para hacer la curaduría de una exposición sobre la producción contemporánea de artistas indígenas. Seleccioné 23 nombres de diferentes etnias y regiones del país, entre colectivos y artistas independientes, que trabajan con esculturas, objetos, videos, fotografías e instalaciones.
Y busqué, sobre todo, respetar el lugar de enunciación y los anhelos de cada uno de los artistas. Como la idea fue trazar una línea de tiempo, también miré el pasado reciente y traje los dibujos de 1970 del Pajé Gabriel Gentil Tukano (1953-2006), que vivió en el Amazonas, además de pinturas hechas en la década de 1990 por el gran pensador indígena Ailton Krenak, de Minas Gerais. Para mí, fue una sorpresa descubrirlo como artista. También hay artistas jóvenes, como Tamikuã Txihi [integrante de la comunidad tekoa itakupe, Tierra Indígena Jaraguá, en São Paulo]. Ella expone las esculturas Áxiná (exna), Apêtxiénã y Krokxí, que en 2019 fueron blanco de vandalismo en una exposición de arte indígena en la ciudad de Embu das Artes (SP).
C&AL: ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
NT: Participo del proyecto OPY, realizado junto con la Casa del Pueblo, Pinacoteca de São Paulo y aldea Tekoa Kalipety (SP), del pueblo guaraní mbya, que propone una serie de acciones para decolonizar las instituciones ligadas al arte. La muestra Véxoa es una de ellas. Para el 2021, está previsto un ciclo de debates sobre la producción de artistas indígenas contemporáneos en la Casa del Pueblo [Centro cultural independiente en la ciudad de São Paulo]. Además, por medio de un edicto regional en Mato Grosso, todo mi archivo de investigación sobre las cuestiones indígena, femenina y de la infancia será puesto a disposición en un repositorio digital en 2021. Mi nombre fue sugerido por un grupo de profesionales que, de alguna manera, se sintió influenciado por mis trabajos, lo que me llena de alegría.
Ana Paula Orlandi es periodista y maestra por la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de São Paulo.
Traducción del portugués de Catalina Arango Correa