Charla con Eustáquio Neves

«Cartas al mar»

En esta entrevista, el fotógrafo brasileño señala cómo el muelle de Valongo, en Río de Janeiro, es fundamental como espacio de memoria del país, explica las razones de sus elecciones estéticas, entre ellas el uso de la fotografía analógica, y subraya la poca presencia de artistas afrodescendientes en la escena artística brasileña, mayoritariamente blanca.

C& América Latina: ¿Cómo fue la producción de ese ensayo?

EN: Para conocer la historia del lugar, primero leí el dossier elaborado para la candidatura de Valongo a Patrimonio Mundial. Después fui a Río de Janeiro con la intención de hacer fotos de la región y también filmar un video, pero al final decidí sólo conversar con los habitantes y comerciantes locales a lo largo de una semana. Al volver a Diamantina, donde vivo, después de digerir toda esa información, decidí trabajar con retratos de amigos que había hecho en el pasado e incluso con un autorretrato, en realidad, una apropiación de una foto mía, de mis diecisiete años, que saqué de un documento de identidad. A mi modo de ver, la historia de Valongo es parte de la historia de todos los afrodescendientes brasileños.

C&AL: Además de los retratos, también hay imágenes de sellos, referencias a África como plumas de gallinas de Angola y textos. ¿Por qué en el ensayo se repite la palabra “cargado”?

EN: Uno de los motivos es mostrar que esas personas, secuestradas en África y traídas contra su voluntad a Brasil para trabajar como esclavos, eran tratadas como cargas, como objetos. Pero yo también quise hablar de los barcos de negros contemporáneos, como los trenes suburbanos atestados de gente pobre, en general negra, que trabaja en el centro, vive en las periferias y por día llega a pasar tres, cuatro horas o más en el transporte público.

C&AL: Usted trabaja con cámara analógica. ¿El tiempo es un factor importante en su trabajo?

EN: Sí, y en muchos sentidos: el tiempo de la memoria, el tiempo de manipular los negativos para la elaboración de la foto… En el caso de Valongo: Cartas ao mar eso se refleja incluso en el papel de algodón utilizado como soporte de las imágenes. Como después de los atentados del 11 de septiembre se volvió difícil entrar con material químico a varios países, incluido Brasil, aproveché un viaje a Holanda en 2008 para emulsionar una buena cantidad de papel. Ese papel, obviamente, sufrió la acción de los años, aparecieron manchas, y esto acabó reforzando la idea documental del ensayo. Aparte de eso, en mi vida no tengo prisa, pienso que todo tiene su tiempo, algo que aprendí en las películas del director ruso Andréi Tarkovski. No digo que no voy a trabajar nunca más con una cámara digital pero me gusta ir a contramano del inmediatismo y la exageración.

C&AL: ¿Hay espacio para artistas visuales afrodescendientes en la escena brasileña?

EN: A decir verdad, nunca vi una apertura. Lo que veo ahora es más gente joven haciendo lo que otros artistas y yo hicimos en el pasado, golpear puertas para poder mostrar el trabajo en espacios mayoritariamente blancos. También noto una presencia mayor de mujeres afrodescendientes, como la fotógrafa de Pernambuco Ana Lira, en la escena brasileña de artes visuales. Y además, antes los artistas estaban a merced de curadores y galerías, actualmente tiene mayor autonomía gracias a las redes sociales y también por el hecho de que se apropian más de las calles. En cualquier caso, es preciso destacar el trabajo de Emanoel Araújo (curador y artista plástico) al frente del museo Afro Brasil (São Paulo), que hace un relevo de la producción de artistas afrodescendientes brasileños. Y también la actuación de Solange Farkas, de la asociación cultural VideoBrasil, que abrió el Galpón VB (São Paulo) no sólo para artistas brasileños afrodescendientes sino también para gente de África, Oriente Medio y de otros países de América Latina. Pero, volviendo a su pregunta, todavía tenemos un largo recorrido por delante.

 

Ana Paula Orlandi es una periodista quien escribe sobre cultura y comportamiento. Actualmente realiza su maestría en el Instituto de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo.

 

Traducido del portugués por Nicolás Gelormini.

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