Con motivo de la exposición “Diago: The Pasts of this Afro-Cuban Present” en el Lowe Art Museum de Miami, C&AL habló con Alejandro de la Fuente, curador de la muestra, sobre la historia oficial cubana, la actual escena artística en la isla y el papel de los artistas afrocubanos.
Juan Roberto Diago, Tu lugar (Your place), 2006. Medios mixtos sobre tela. Cortesía del artista y la curadoría de “Diago: The Pasts of this Afro-Cuban Present”.
Juan Roberto Diago, Sin título, 2011. Medios mixtos sobre tela. Colección privada. Foto cortesía del artista y la curadoría de “Diago: The Pasts of this Afro-Cuban Present”.
Exposición “Diago: The Pasts of this Afro-Cuban Present” en el Lowe Art Museum, Miami, 2019-2020. Cortesía de la curadoría.
C&AL: Según el texto introductorio a la exposición Diago: The Pasts of this Afro-Cuban Present, el artista cubano Juan Roberto Diago (nacido en 1971) ha “producido obras que ofrecen una historia revisada de Cuba”. ¿Qué significa esto?
Alejandro de la Fuente: En muchas de sus obras, Diago inserta una reescritura crítica de las narrativas oficiales de la nación cubana. Esas narrativas frecuentemente describen la nación como la creación de un grupo de patriotas blancos, muchos de ellos propietarios de esclavos, que renunciaron a sus riquezas y privilegios a fin de construir una comunidad nacional, multirracial y fraterna. La Cuba de Diago, en cambio, es un país construido sobre el trabajo y el dolor de millones de africanos esclavizados, un país nacido de la violencia, el abuso y la avaricia. Para Diago, el país fraterno de la historia oficial todavía está por hacer.
C&AL: Juan Roberto Diago ha tenido gran éxito internacional. ¿Pero qué otros artistas son, en su opinión, también representativos para lo que sucede actualmente en el arte contemporáneo cubano?
ADF: El mismo Diago habla de su arte como parte de un esfuerzo colectivo que intenta proponer un debate sobre temas tabúes de la cubanidad, como el racismo, la discriminación y la exclusión. En ese esfuerzo participan muchos otros intelectuales cubanos, incluyendo músicos, cineastas, literatos, dramaturgos y académicos. Entre los artistas visuales que han hecho contribuciones fundamentales a ese empeñó hay que mencionar a los artistas vinculados al proyecto curatorial Queloides (Alexis Esquivel, Elio Rodríguez Valdés, Douglas Pérez, René Peña, Manuel Arenas, María Magdalena Campos Pons, Gertrudis Esquivel, Andrés Montalván Cuéllar, Marta Maria Perez Bravo, Armando Mariño, entre otros). También hay que mencionar a artistas más jóvenes, como Susana Pilar Delahante, Carlos Martiel y Javier Castro. Muchos de estos artistas han recibido reconocimiento internacional, tanto por parte de la crítica como parte de coleccionistas e instituciones.
C&AL: ¿Cuál es la relación de los artistas contemporáneos cubanos con el gobierno de la isla?
ADF: Es imposible caracterizar esa relación en singular. Hay artistas que apenas son tolerados (como Sandra Ceballos), o abiertamente reprimidos (como Tania Bruguera). Algunos, como Luis Manuel Otero Alcántara, no son ni siquiera reconocidos como artistas por parte de las autoridades culturales. Tristemente, la promulgación del Decreto 349 del 2018 da nuevas bases jurídicas a la censura y representa un asalto, burocrático y retrógrado, a la libertad creativa. Pero muchos otros artistas han desarrollado estrategias para esquivar a censores y burócratas (que son frecuentemente las mismas personas).
C&AL: ¿Cómo se han desarrollado las dinámicas raciales en la isla en los últimos años y cómo reflexiona el arte contemporáneo cubano al respecto al respecto?
ADF: Las desigualdades raciales han crecido significativamente en Cuba durante las últimas dos décadas, en parte porque las remesas familiares que financian al sector privado cubano proceden de una comunidad mayoritariamente blanca. Este sector cobija prácticas de empleo abiertamente racistas. Solo hay que leer anuncios de empleo donde se favorece a personas blancas con total desfachatez. Pero hay, además, carencias importantes en la atención pública al tema. Coincido con el destacado bailarín Carlos Acosta –una gloria de la cultura cubana– cuando dice que no ha habido debates profundos sobre el tema, un tema que sigue resultando incómodo para muchos cubanos, especialmente para las autoridades. Voces no faltan. Lo que falta son plataformas, especialmente espacios que involucren al gobierno. Como dice el intelectual y activista Tomás Fernández Robaina, el problema no es el silencio. El problema es “la sordera”.
C&AL: ¿Cómo están representados los afrocubanos en la escena artística contemporánea?
ADF: Creo que es una contienda permanente. Hay artistas afrocubanos como Manuel Mendive que, después de muchos años de trabajo serio, lograron hacerse a un espacio permanente en galerías e instituciones, pero eso ha tomado mucho empeño. Mucha gente olvida que hubo etapas de su carrera en las que Mendive enfrentó grandes obstáculos para exponer en Cuba. Hay curadores y críticos que persisten en articular una visión eurocéntrica y blanca de la cultura cubana. Pero al mismo tiempo quiero destacar, y celebrar, que en los últimos años el Museo Nacional de Bellas Artes haya acogido dos exposiciones importantes –Sin máscaras, con curaduría de Orlando Hernández (2017) y Nada personal, con curaduría de Roberto Cobas (2019)– que tocan temas de raza e identidad en Cuba.
C&AL: ¿Cómo es la recepción del arte cubano en los Estados Unidos actualmente?
ADF: Siento que el público estadounidense sigue queriendo conocer más del arte cubano y que dicho interés ya desborda un período inicial marcado por lo exótico y lo prohibido. Hemos ido transitando hacia un interés más sostenido desde el coleccionismo, los museos y las galerías. Las subastas de arte contemporáneo ilustran ese interés. Pero también mi propia experiencia expositiva. En los últimos años, las muestras que he organizado (Queloides, Drapetomanía y ahora Diago) se han expuesto en San Francisco, Chicago, Pittsburgh, Nueva York, Filadelfia, Boston y Miami. Ahora mismo, el Lowe Art Museum de la Universidad de Miami expone no sólo la retrospectiva de Diago sino también una muestra de otro artista cubano destacado, Carlos Estévez.
C&AL: Tras un cierto acercamiento político entre Cuba y los Estados Unidos durante el gobierno de Barack Obama, ¿cómo ha afectado al arte contemporáneo cubano el nuevo enfriamiento político bajo Donald Trump?
ADF: Creo que ese enfriamiento se aproxima ya a un punto de congelamiento. Desde luego, es mucho más difícil organizar proyectos y exposiciones en las condiciones actuales. Eso puede desalentar muchas buenas ideas. Pero esta película ya la hemos visto antes. Los amantes del arte y la cultura cubanas, los que estudian, promueven y trabajan desde, para y con esa producción intelectual, no van a dejar de hacerlo por adversa que sea la coyuntura. Y hay temas del arte cubano, como los que aborda Diago en su obra, que adquieren mayor relevancia aún bajo Donald Trump, un presidente que ha transformado la Casa Blanca en la casa de los blancos.
La exposición Diago: The Pasts of this Afro-Cuban Present se puede ver en el Lowe Art Museum de Miami hasta el 19 de enero de 2020.
Alejandro de la Fuente, curador de la exposición, es director del Instituto de Investigación Afrolatino, Hutchins Center for African and African American Research, de la Universidad de Harvard en Estados Unidos. Es historiador de América Latina y el Caribe especializado en el estudio de la esclavitud comparada y las relaciones raciales. Es autor de Havana and the Atlantic in the Sixteenth Century (2008), y Una nación para todos: raza, desigualdad y política en Cuba (2001). Ganador del premio 2003 de la Asociación Histórica del Sur al “Mejor libro de historia de América Latina”. Además ha sido curador de las exposiciones Queloides: Raza y racismo en el arte contemporáneo cubano (La Habana-Pittsburgh-Nueva York-Cambridge, 2010-12) y Grupo Antillano: El arte de Afro-Cuba (Santiago de Cuba-La Habana, en curso desde 2013).
Entrevista de Hernán D. Caro, co-editor de Contemporary And América Latina (C&AL).