C&AL: El antropólogo brasilero Viveiro de Castro dice que la indigenidad es un proyecto de futuro, no una memoria del pasado. ¿Cómo entiende la representación del futuro en su trabajo?
EK: Si lo tuviera que resumir en una palabra, pienso que diría “resistencia”. Igual que el Cerrado, que, aunque pasa el fuego, pasa el tractor intentando matar, tiene sus raíces muy profundas, nosotros, como pueblos indígenas, también somos resistentes. El tiempo no es lineal, es circular, está movido por el tiempo de la naturaleza, de las aguas, de las sequías, por el tiempo de la flor de pequi. La construcción de identidad es constante. Siempre estamos resistiendo para sostener lo que somos en cuanto pueblos. Tal vez para los blancos eso no tenga sentido, porque estar en el mundo no es para ellos hacer un esfuerzo por ser aquello que uno es. A nosotros se nos cuestiona todo el tiempo si somos pueblos de verdad. En Brasil, somos más de 300 pueblos, más de 150 idiomas. Cuando uno está en el movimiento indígena percibe esa diversidad. Las matas son así, el Cerrado es así, diverso. Hay plantas altas, plantas bajas, plantas retorcidas, varios tipos de flores. Y es eso lo que sostiene la diversidad de vida. Nosotros, los indígenas, somos el pasado, el presente y principalmente el futuro de este mundo, ahora que estamos despertando, ahora que, como dice Davi Kopenawa, el escritor, chamán y líder político yanomami, nosotros, los pueblos indígenas, estamos asegurando el cielo para que no caiga sobre nuestras cabezas. Mientras haya pueblos indígenas, pajés y chamanes, estaremos sosteniendo el cielo.