Conversación con

Iagor Peres y la mezcla de diferentes lenguajes artísticos

Sin miedo a experimentar, el artista brasilero pone su mirada aguda en procesos que extrapolan la corporalidad y están en cambio constante.

C&AL: ¿Como hizo la transición definitiva a las artes visuales?

IP: Fue algo natural, un desdoblamiento de lo que ya venía haciendo. Siendo bailarín y videomaker, comencé a producir videodanzas en Río de Janeiro y vi la posibilidad de realizar un trabajo de lenguaje híbrido. La mezcla de diferentes lenguajes que terminan siendo imposibles de disociar caracteriza mi carrera hasta hoy. Pero volviendo a su pregunta, el video y la videoinstalación, además de la performance, me metieron en el ambiente de las artes visuales, al que entré de hecho en 2016. Ese año fui a pasar una semana de vacaciones en Recife, ciudad que no conocía. El lugar me encantó y resolví quedarme. Después establecí una fuerte relación con el ambiente de arte local, entré en una compañía de danza y en el CARNI, Colectivo de Arte Negro e Indígena. Eso fue hace seis años. Hoy vivo en Río de Janeiro, San Pablo y Recife. Pero sólo alquilo en Recife (risas). Vivo en una casa llamada Box Preparação, que también es punto de cultura y una de las sedes del CARNI.

C&AL: ¿Cómo influyó la danza en su trabajo de artes visuales?

IP: Influyó de varias maneras. En la danza tuve contacto con la kinesfera [concepto desarrollado en la década de 1960 por el artista, coreógrafo y pensador de la danza Rudolf Laban], que trata del espacio personal que envuelve los movimientos de nuestro cuerpo. La idea es que, al visualizar los propios movimientos en el espacio personal, el sujeto pase a comprender su estructura de cuerpo espacializado y a rediseñar su relación con el ambiente por medio del movimiento. Eso abrió mi cabeza a toda una serie de cuestiones. Percibí que nuestros cuerpos podrían ocupar espacios mayores de los que están destinados a ocupar. Además, con el movimiento podemos modificar las atmósferas, opresoras o no, en que estamos metidos. Pensar esos campos que extrapolan el movimiento me hizo fijar la atención en procesos que no están visibles, que exceden la corporalidad y que se corporeidad modifican constantemente.

C&AL: ¿Es el caso de la pielmaterial, presente en algunos trabajos que usted desarrolló?

IP: Sí. Después de ese período que pasé con el teatro y la danza, estuve buscando otra manera de hablar del cuerpo. No quería estar más en el frente, con mi cuerpo expuesto. En 2017, comencé a mezclar diferentes materiales en baño maría, en la cocina de mi casa, en Recife, hasta llegar a un resultado que juzgué interesante por su plasticidad. Seguí con esa mezcla durante un tiempo: viajé, volví, fui percibiendo las transformaciones que sufría. Nuestra relación se dio así. No fue necesariamente programada, pero fue gestada, es fruto de un deseo de ausentarme y aun así estar presente. Desde el comienzo entendí que la pielmaterial no podía ser sólo una escultura o una materia estática. Era algo vivo que también bailaba y proyectaba esa performance en el tiempo. La pielmaterial es, en cierto modo, una extensión de mi cuerpo y me lleva a una serie de reflexiones. Por ejemplo, cuestionar la idea de raza, concepto que precede a la invención del capitalismo y que es utilizado en la base de sustentación y perpetuación del capitalismo, porque a determinado cuerpo se le quita el valor para que ese cuerpo, ya considerado sin valor, produzca valor para otros cuerpos. Si la idea de raza encubre y despersonifica determinados cuerpos, la pielmaterial también actúa en ese sentido. Al cubrir un objeto, expone su límite al mismo tiempo que lo deforma.

C&AL: ¿Qué está haciendo actualmente?

IP: Desde el año pasado, vengo trabajando en A segunda forma da ausência (La segunda forma de la ausencia), una serie de monotipias que continúa la investigación con pielmaterial. Sin embargo, en esos grabados quito la pielmaterial de las superficies para poder abordar los resquicios y rastros que la pielmaterial deja. La tercera fase de ese proceso es el juego When the matter is gone (2021), que desarrollé durante la pandemia. En ese trabajo, mi primero en un contexto virtual, reflexiono sobre las diferentes formas de desaparición y lo hago por medio de cuerpos sonoros que desarrollé con Anti Ribeiro. Además, estoy terminando Da frequência no tempo (De la frecuencia del tiempo), obra de grandes dimensiones con pielmaterial para el Parque de las Esculturas, en el estado de Espírito Santo. Por último, estoy coordinando con Ariana Nuala la primera residencia artística orientada a los doce integrantes del CARNI – Colectivo de Arte Negro e Indígena. El grupo lo fundamos en 2016 y desde entonces orientamos nuestra actividad hacia el exterior buscando abrir espacio en la escena de Recife para artistas negros e indígenas de la región. Ahora vamos a echar una mirada interna para reflexionar sobre nuestras propias producciones poéticas. Pero no vamos a dejar de compartir con el público nuestras reflexiones. Se prevén algunos encuentros online a partir del final de mayo. El primero será con la filósofa Denise Ferreira da Silva y, a continuación, habrá una conversación con la educadora e investigadora Mara Pereira.

Ana Paula Orlandi es periodista y magíster de la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de San Pablo.

Traducción: Nicolás Gelormini

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