C&AL: Brasil pasó por muchas transformaciones políticas y sociales en los últimos años, incluidos el ascenso al poder de la extrema derecha y la pandemia, que afectó de modo significativo al país. ¿Cuál fue su punto de partida para pensar una forma de representar a Brasil en la Bienal de Venecia?
Jonathas de Andrade: El título del proyecto, Com o coração saindo pela boca, parte de una colección de expresiones populares que son metáforas del cuerpo. A través de sentidos figurados, expresiones como nó na garganta (nudo en la garganta), embaixo do nariz (muy cerca, lit: debajo de la nariz), revirar o estômago (revolver el estómago), língua afiada (lengua afilada), carne de pescoço (intratable, lit: carne de cuello), “sangue de barata” (impasible, lit.: sangre de cucaracha), vergonha na cara (dignidad, lit.: vergüenza en la cara), a lingua nos dentes (irse de lengua, lit: la lengua en los dientes), sangue no olho (sangre en el ojo) revelan en cierto modo la hipérbole del absurdo del presente. Si las tomamos al pie de la letra, esas expresiones son exageraciones y no tienen sentido. Me parece curioso que el lenguaje popular tenga el cuerpo tan presente y en pedazos, y, para mi sorpresa, hay una relación intensa con la dimensión política de lo que vivimos en el Brasil de hoy. Creo que partir desde esa colección de frases permite avanzar en el intento de explicar lo intraducible de lo que hoy siente ese cuerpo brasilero.
C&AL: En la obra para la Bienal, Com o coração saindo pela boca, ha elegido llevar a la superficie sensaciones, comportamientos y maneras de estar en el mundo para, de alguna manera, hablar sobre el fracaso de las utopías y las ideas. ¿Por qué hizo esa elección?
JA: A mí no me resulta tan claro el modo en que el proyecto podrá responder al fracaso de las utopías. Para mí, expresa algo sobre cierto espanto frente al presente y cómo este sentimiento actúa directamente sobre el cuerpo tratando de anestesiarlo. Pienso que las nuevas respuestas y salidas vienen de la fuerza de ese cuerpo propio, de lo que es capaz de reinventar, recrear y, así, responder a una dimensión directamente política. Pienso que es bastante revelador percibir hasta qué punto el lenguaje recorre el cuerpo para dar cuenta del sentimiento y de la subjetividad. Pienso que las obras llaman a un delirio poético, que hablan de lo absurdo pero del poder simbólico, para posibilitar la reinvención del presente en un futuro con libido de creación. Frente a un presente tan pesado y sombrío, me gusta pensar que es posible llamar a una renovación de los votos para posibilitar nuevas utopías e inspiraciones.
C&AL: En su obra trabaja con expresiones populares brasileras. Salvo algunas excepciones, lo popular y lo culto nunca tuvieron buen diálogo en Brasil. ¿Cómo piensa articular esos dos polos en Venecia?
JA: Pienso que existe una erudición de la tradición popular en manifestaciones del folclore, en las danzas populares, en la persistencia de los desfiles de carnaval o de ritmos como el frevo, en las alegorías de los muñecos gigantes de Olinda y los desfiles del samba de Río de Janeiro. Para mí hay algo profundamente culto en todo lo que persiste y extrapola las temporalidades. Para mí es muy natural pensar en ese tránsito entre lo culto y lo popular en el arte contemporáneo y, por ejemplo, en verdad, siempre me pareció medio rara la distinción entre el artista popular y el artista contemporáneo, especialmente si al último se le atribuye cierta erudición en desmedro del otro. Me siento bien bebiendo en la fuente de lo popular y mucho mejor sometido a su fuerza cultural para comentar lo que me interesa del presente, el pasado o el futuro, y pienso que en el pabellón de la Bienal no será diferente.