En sus proyectos José Luis Macas investiga el principio ético de reciprocidad con comunas que se basan en derechos colectivos y de la naturaleza. Con C&AL el artista habla sobre exponer las contradicciones inherentes de lógicas occidentales heredadas del proyecto colonial y civilizatorio, y el legado histórico de los pueblos indígenas.
Manos que dan reciben, 2021, chorro de tinta sobre papel de algodón, 20 x 35 cm. Créditos fotográficos: Julio César Gonzáles y Kiryl Synkov.
Acción de Trueque - Ayni con la hierbatera Pamela Alanoca, Mercado de El Alto, X Bienal Siart, La Paz, Bolivia, 2018.
Serie Cromotopos (Recorrido Equinoccial), 2018, XIV Bienal de Cuenca, Ecuador.
C& América Latina: En tu obra Ranti Ranti /Acuerdo de Trueque, trabajaste con las comunidades Tola Chica y Toglla situadas en el volcán Ilaló en las afueras de la ciudad de Quito. ¿Podrías contarnos sobre esta colaboración en relación con la obra?
José Luis Macas: Ranti Ranti es un principio ético de reciprocidad y correspondencia que se traduce de varias formas en la obra. Esta dimensión ética, la empecé en Bolivia, en un proyecto llamado Ayni. Esta palabra se entiende como principio de reciprocidad complementaria. Fui parte del Colectivo Textil en el marco de la X Bienal de Arte SIART de Bolivia. Debido a que yo no venía del arte textil, mi participación en el colectivo se dirigió a crear estrategias de relacionamiento, una suerte de tejido de relaciones.
Apliqué estas ideas en el contexto de Ecuador. Empecé a hacer trueques con otras personas y en función de vincular zonas a partir de un elemento común. En Bolivia fue la grana cochinilla, un pigmento americano. En Ecuador me enfoqué en la tierra. Para el proyecto del volcán Ilaló, me inspiré en la tierra y su materialidad como elemento aglutinante para establecer relaciones con las comunas Tola Chica y Toglla. Ambas comunas se basan en derechos colectivos y de la naturaleza. Además, se enuncian como comunas ancestrales indígenas. A pesar de las tensiones que esto conlleva, esta declaración valida sus derechos colectivos sobre el territorio para resistir lógicas mercantiles de privatización de tierras.
El Ilaló es un territorio protegido y actualmente se encuentra en disputa inmobiliaria. Se venden terrenos ilegalmente y se construyen edificios fuera de las normas municipales. También existe una problemática de contaminación porque se botan desechos en las quebradas del volcán. Así que la obra intenta entretejer esta complejidad de elementos. Por ejemplo, hicimos una minga (1) para plantar árboles para un proyecto de turismo comunitario. También, hicimos unas charlas y caminatas organizadas por la dirigencia de las comunas. Todo esto bajo la lógica del trueque. En cambio, las resoluciones artísticas se enfocaron en combinar la imagen y la materialidad del territorio. Existe una expresividad y potencia implícita en el material y me interesaba la tensión que generaba la mezcla entre representación y presentación de la tierra. La obra fue parte de «Dispossessions in the Americas: The Extraction of Bodies, Land, and Heritage from La Conquista to the Present” en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito en 2021.
C&AL: En tus obras se puede apreciar un pensamiento situado y colaborativo que se relaciona con un lugar urbano, rural, o natural. Cuéntanos sobre este entretejimiento entre territorialidad y poética.
JLM: Nace de una predisposición de dejarse afectar corporalmente por las presencias de la geografía. Es decir, entender la geografía y el paisaje como entidades vivas para constatar, en reciprocidad y correspondencia, el flujo creativo que emana de ellas. La creciente tensión entre el avance de las urbes y el paisaje natural, precisamente se da por la falta de sensibilidad sobre el entretejimiento del devenir de la vida y su constante transmutación.
Mis obras se han enfocado en presentar estas tensiones. Por ejemplo, en mi proyecto Borradores (2014-2019), donde creo un dibujo al borrar el smog impregnado en las paredes de ciudades como Quito, Cuenca y Bogotá. Trato de exponer las contradicciones inherentes de lógicas occidentales heredadas del proyecto colonial y civilizatorio. Por otro lado, busco exponer el legado histórico de los pueblos indígenas, quienes han resistido para mantener sus epistemologías de reciprocidad entre lo humano y la naturaleza. A diferencia de la visión occidental que bifurca la experiencia humana de la no-humana. También, soy consciente de la idealización y romantización a las que están sujetas las culturas indígenas y precisamente creo que ahí está el reto. Es decir, ir más allá de las proyecciones coloniales sobre lo indígena y predisponer un encuentro simbiótico-sinérgico que proponga pensamiento desde este espacio y legado.
A menudo, el arte político y crítico enfocado en la deconstrucción solo se queda en un ejercicio creativo muy inteligente, pero sin ninguna propuesta o posibilidad a futuro. Precisamente eso me motiva a involucrarme con formas de pensamiento autopoiético que fomentan y posicionan el cuidado como eje central. La poética como póiesis se alinea con un sentido de creación y vida. Me interesa saber en qué términos estas propuestas podrían llegar a ser posibles. Pienso en las posibilidades del arte y su difusión desde mi posición como profesor. Desde el espacio de la clase propongo a mis alumnos las posibilidades de un futuro teniendo en cuenta la situación del presente en crisis.
C&AL: Hablemos sobre Cromotopos y Luminancias; se podría decir que en estas obras colaboras con un ente no-humano, el sol. ¿De dónde se genera esta relación y cuál sería la motivación detrás de este gesto?
JLM: Viene de reconocer una pertenencia a una cultura andina basada en calendarios solares con una función agrofestiva. Aunque en la actualidad estos calendarios encarnan múltiples significados desde lo turístico y lo folclórico, al mismo tiempo, la relación entre agricultura y astronomía sigue existiendo. El territorio andino ecuatoriano sigue siendo en gran parte agrícola.
Nace de la voluntad de entretejer el discurso con una propuesta artística en donde utilizo elementos de la etnohistoria y la arqueoastronomía. Las festividades solares del mundo andino reflejan cómo se pensaba el territorio en una época precolonial, es decir, a partir de los movimientos del sol y vinculando a las montañas como un eje visual fijo. Empecé a hacer caminatas durante las fechas de los solsticios y equinoccios por la ciudad de Quito para intentar traducir la poética de la duración del sol en estas fechas y la atmósfera que la luz genera en el espacio. Me interesaba caminar estos lineamientos, conocidos en el mundo andino como Ceques, entre varios Apus y montañas tutelares desde la cordillera oriental hasta la occidental. La zona donde el sol opera en Quito se encuentra entre los volcanes, Pichincha, Cayambe y Antisana. Es una suerte de danza solar por la geografía donde trato de traducir esta poética a una experiencia actual.
Las festividades solares en el territorio andino tienen una larga historia, lógicas, temporalidades y paisajes. Yo, en cambio, actúo desde el arte contemporáneo y lo planteo desde la escultura, pintura expandida y obra site-specific. Creo que la especificidad del cubo blanco es desbordada por la densidad epistémica andina que incluye elementos cósmicos, geográficos y múltiples formas de vida. Lo indígena es un gran referente para mí, aunque siempre posicionándolo más allá de lo iconográfico. En Cromotopos me inspiro en piezas arqueológicas que evocan lo solar y las reconfiguro en piezas acrílicas instaladas en el paisaje urbano que se activan con la luz. El espacio-tiempo conocido como Pacha se relaciona con lo multisensorial. En la obra trato de replicar esta experiencia donde coexisten múltiples temporalidades, una idea que se alinea a lo ritual.
Luminancias, 2022, vista de exhibición en N24 Galería, Quito.
C&AL: ¿En qué te encuentras trabajando actualmente?
JLM: Ahora estoy trabajando en una muestra para el Centro Cultural Metropolitano de Quito que concentra diez años de colaboraciones con el sol. Es una búsqueda que abarca lo espiritual, las plantas de poder, ayunos, y caminatas. Todo esto para lograr una experiencia integral y sincrónica con el sol. Ha sido un intento de darle valor y poner en evidencia la potencia del sol para sincronizarnos con las capas inherentes de la luz y su materialidad.
También estoy trabajando en otra exposición que trata sobre las plantas de poder, específicamente en la historia de la planta de coca en el Ecuador. Esta vez utilizo la caminata a través del Río Coca para adentrarme en la vigencia cultural de la coca y hablar del despojo cultural de parte del estado hacia esta planta proveniente de la herencia colonial.
Nota: 1. Minga (del quechua mink’a) 1. Reunión de amigos y vecinos para hacer algún trabajo gratuito en común. 2. Trabajo agrícola colectivo y gratuito con fines de utilidad social. (R.A.E)
José Luis Macas es un artista visual, profesor e investigador de la Universidad Católica del Ecuador y coordinador de Chawpi, laboratorio de creación, taller y espacio cultural en Quito.
Esteban Pérez es un artista visual interesado en el revisionismo histórico y las estructuras asimétricas de poder. Las resoluciones de sus investigaciones toman forma de sonido, video, pinturas e instalación.