Con la muestra individual Concreto Blues, el artista angoleño Kiluanji Kia Henda vuelve a la ciudad como tema al enmarcar la degradación urbana en la retórica politizada de modernización y desarrollo de la metrópolis Luanda. El artista examina lo que significa para el cuerpo vivir en una ciudad que «no está construida para el yo», escribe Ludmila Böse.
Kiluanji Kia Henda, Concreto Blues, 2019. Vista de instalación en Jahmek Contemporary Art. Cortesía del artista y Jahmek Contemporary Art.
“Las preguntas surgen y se exploran desde el cuerpo, no desde la mente.» Este es un fragmento de The Darker Side of Western Modernity (2011), de Walter Mignolo, que Kiluanji Kia Henda evoca en su última serie de fotografías. La obra expone la exclusión urbana y el afán por expandir la urbanización de Luanda desde los años de boom económico en Angola, algo que se proclamó «progreso, desarrollo, crecimiento». Pero esta expansión no sólo excluyó a la mayoría de la población urbana, sino que deliberadamente la transformó en un ser que «está perpetuamente llamado a reconfigurar su relación con los artefactos de la época».
La muestra aborda la relación de aprisionamiento que hay entre la mayoría de la población de Luanda y el ladrillo de concreto –elemento dominante en su expansión–, en la que ambos se constituyen como un objeto a ser excluido y un problema que la urbanización moderna debe resolver. Así, la exhibición pone al descubierto el cuerpo que no es tenido en cuenta.
Este no es un caso de alienación tajantemente urbana. El artista presenta un cuerpo cuya existencia siempre ha sido relegada a las periferias. Hay historia detrás de ese cuerpo; su creación como objeto a excluir es la herencia de la urbanización colonial que continúa hoy en las opciones que ha tomado el desarrollo moderno. La permanente marginación de ese cuerpo crea una existencia en relación con su ambiente sólo en la medida en que es capaz de tomar cualquier forma para adaptarse y sobrevivir a la vertiginosa conjunción de nuevos ambientes urbanos, ricos o pobres.
En su historia de exclusión, el cuerpo es prisionero de un deseo de ser incluido. Pero «dado que carece de una esencia propia que proteger y salvaguardar», se desmorona y degrada en sus contenidos. En compensación, se le ofrece el ladrillo de concreto para dar forma a ese deseo.
El ladrillo de concreto crudo es el leitmotiv de la muestra y la cruz de la urbanización de Luanda. Por una parte, las paredes que hace surgir son elogiadas como un logro, un progreso evidente. Por otra, es una imitación que nos condena a ser «eternos aprendices» de conceptos que seguimos «sin entender».
El resultado es el cuerpo fragmentado, cuyo valor no se ajusta a las normas del mercado, cuya humanidad es considerada superflua y al que inexorablemente se le reclama fluctuación, ajuste, volverse otro.
Concreto Blues documenta nuestro particular y deshumanizante proceso de encuentro con las exigencias de la modernidad, cuestionando la concepción y la construcción de una ciudad que se expande rápidamente y parece estar levantádose para otros y no para nosotros mismos. Es un llamado a profundizar la reflexión sobre nuestro propio concepto de ciudad y sobre lo que significa para nosotros ser urbanos… más allá del ladrillo de concreto.
Quizás podamos decir un montón de cosas sobre el estado de nuestras ciudades africanas, pero al parecer son las ciudades las que dicen un montón de cosas sobre nuestros estados.
Concreto Blues de Kiluanji Kia Henda está abierta en Jahmek Contemporary Art, Luanda, Angola, hasta el 1 de junio de 2019.
Ludmila Böse es una escritora angoleña, nacida en Luanda. Colaboró en el programa educativo y en los textos curatoriales de la exhibición A Sul. O Sombreiro (2016/17) de la artista radicada en Angola Iris Buchholz Chocolate, y las dos han fundado el Project Lugânzi, que se centra en opciones descoloniales. Böse es promotora de la filosofía africana contemporánea y sigue de cerca los discursos latinoamericanos de modernidad/colonialidad/descolonialidad. Participó del taller C& Critical Writing y del programa Mentoring en Luanda en 2018, apoyados por la Fundación Ford.
Traducción del inglés de Nicolás Gelormini