La historiadora del arte Jamila Moroder sostiene que la exposición TECHNO, realizada en Bolzano, Italia, desconecta a la música tecno de su herencia negra, para propone una perspectiva más amplia sobre el tema.
Sandra Mujinga, Mísató, 2020 Mítáno, 2020 Mínei, 2020 Míbalé, 2020. Foto: Jamila Moroder.
Museion, Techno, 2021. Vista de la Exposición (al frente: Emeka Ogboh, Beyond the Yellow Haze, 2021). Foto: Jamila Moroder.
Nkisi, Ninga Na (sound of connexion), 2021. Foto: Jamila Moroder
Mientras leía el texto curatorial de la exposición TECHNO, un eslogan se me venía a la cabeza: «Hacer que el tecno sea negro de nuevo». Se trata de un proyecto de DeForrest Brown, Jr. que busca contrarrestar el desconocimiento que existe sobre las raíces negras del tecno y de sus vínculos con el trabajo negro industrial. La exposición en MUSEION | Modern and Contemporary Art, en Bolzano, Italia, tipifica esta ignorancia.
¿Por qué una exposición que pretende examinar la condición humana contemporánea y el orden social a través de la lente de la música tecno desconecta a este género musical de sus creadores negros de la ciudad de Detroit, donde esta música se originó en la década de 1980? El director del museo y curador de la exposición, Bart van der Heide, dice que prefiere una perspectiva «global» sobre el tecno que empezaría a mediados de la década de 1990. Esto implicaría que la negritud del tecno y el carácter global del género se excluirían mutuamente, lo cual no tiene sentido. Como ha explicado Jenn Nkiru, el tecno puede considerarse una «potencia africana transpuesta»; y, como Arthur Jafa señala con frecuencia, la música pop/negra –incluyendo no sólo el tecno, sino una gran diversidad de estilos musicales– fueron formas culturales dominantes del siglo XX.
Una exposición que gravita alrededor del tecno podría haber sido la oportunidad perfecta para complicar las formas en que se piensa la negritud, en sus aspectos multidimensionales y trascendentales. Para Alexander G. Weheliye, profesor de estudios afroamericanos en la Universidad de Northwestern, la incapacidad de comprender la negritud del tecno sólo puede basarse en una construcción colonial de la cultura negra como ‘primitiva’: «Debido a que el tecno de Detroit está muy asociado con una idea de tecnología de vanguardia, es difícil encuadrarlo dentro de las ideas occidentales dominantes sobre la negritud y las culturas negras, que las consideran como ‘primitivas’. Estas culturas supuestamente no conocen la tecnología».
El comisario de TECHNO señala con orgullo la diversidad étnica y de género de los artistas de la exposición. Y, sin embargo, el marco conceptual y teórico en el que se ubican las obras de arte sigue siendo blanco, a la vez que “global”. ¿Cómo puede una perspectiva global carecer completamente del pensamiento y las teorías intelectuales negras, cuando el tema en cuestión es fundamentalmente parte de esta herencia cultural?
La ilustración que se usó para la exposición muestra unas extremidades púrpuras saliendo del planeta tierra con guantes blancos como los de Mickey Mouse, que derivaron del «blackface». Esta ilustración es una señal clara de que la globalidad performativa de la exposición es, en realidad, un disfraz de la blancura. Claramente es necesario enfrentar el racismo y descentrar la blancura con el fin de abrir un espacio para que salgan a la superficie las perspectivas globales. Y, sin embargo, el racismo sistémico de la industria de la música, por ejemplo, no se plantea en la exposición; sólo se hace referencia a él en dos páginas del TECHNO reader, una antología de textos encargados por el museo. Temas como la apropiación y la mercantilización de la música negra, en general, son evitados.
Por otra parte, la exposición TECHNO se articula a través de tres temas centrales: libertad, compresión y agotamiento. Cada artista parece haber desarrollado su propia estrategia para desafiar este marco que le fue impuesto. Las figuras fantasmales e inquietantes de Sandra Mujinga en Spectral Keepers (Guardianes Espectrales), están hechos de tela y bañados de una luz verde alienígena. Sus nombres corresponden a varios números en lingala y desafían el escapismo hedonista de una cultura tecno mercantilizada. Mujinga parece preguntarse quién ha construido la «libertad» y quién está excluido de ella.
El hermoso álbum de Emeka Ogboh Beyond the Yellow Haze (Más allá de la bruma amarilla) entreteje el sonido electrónico con los pulsantes sonidos de las calles de Lagos. El que el artista haya presentado su instalación sonora en la categoría «Agotamiento» parece engañoso. ¿Por qué y por quién se percibe el paisaje sonoro de Lagos como agotador? El sonido se hace tangible como tecnología que se relaciona con la experiencia del espacio y la memoria. En una línea similar, la artista musical, con sede en Berlín y Londres, Nkisi, vincula la ancestralidad y sus descendientes en una instalación sonora audiovisual titulado Ninga Na (sounds of connexion) [Ninga Na (sonidos de conexión)] con ritmos y vibraciones.
Como persona blanca interesada en el arte de artistas africanos, afrodiaspóricos y afroamericanos, así como por el discurso que los rodea, me parece crucial dar un paso atrás y alinearse con las voces que se han escuchado mal a propósito, para que puedan reclamar diferentes posiciones, perspectivas y narrativas. Esto, en última instancia, llevatía a una perspectiva más amplia del discurso del arte.
Así, en lugar de invitar a DeForrest Brown, Jr. a una entrevista en un podcast, una vez instalada la exposición, quizás habría sido más valioso pedirle a él mismo que curara TECHNO o, al menos, que se uniera al equipo curatorial desde el principio. De esta manera habría habido un compromiso crítico con las preguntas sobre la apropiación y la pertenencia del tecno, y la exposición habría ganado al cuestionar –en el espíritu mismo de esta música– las limitaciones de la maquinaria institucional.
TECHNO en Museion, Bolzano, Italia, estará abierta hasta el 16 de marzo de 2022.
Jamila Moroder es historiadora del arte y pintora. Se graduó de la Universidad Libre de Berlín en 2020, con una maestría en Historia del Arte en el contexto global. Su investigación se centra en la interconexión entre arte, moda y política en el cine de Sembène Ousmane.