Existen paralelos entre la política de Brasil y Zimbabue, dice la artista tras una residencia en Salvador da Bahia.
Lucia Nhamo, 100, 000, 000, 000, 000…, 2014. Instalación (detalle). Moneda, contador de billetes, maletín Zero Halliburton Centurion, video HD, performance en vivo. Cortesía del artista
Lucia Nhamo, Free Fall: A Chronology of the Zimbabue Dollar (Caída libre: una cronología del dólar de Zimbabue), 2015. Instalación (detalle). Animación en video en tres canales, maní en envase especial, pantalla LED, caja de cristal, moneda fuera de circulación, video, performance en vivo. Cortesía del artista.
Lucía Nhamo, Portrait of a Decade: Zimbabue 1999-2009, 2001. Captura de video. Video HD.
Lucia Nhamo, Fuck You Chocolates, 2014. Instalación (detalle). Piezas de chocolate moldeadas con la forma de la mano del artista. Cortesía del artista.
Lucia Nhamo, Portrait of a Decade: Zimbabue 1999-2009, 2011. Captura de video. Video HD. Cortesía del artista.
C&: ¿Puede contarnos sobre su práctica artística multimedia? ¿Cómo empezó?
Lucia Nhamo: Mi interés por el video comenzó en el Wellesley College de Boston, donde hice mi licenciatura. Mis dibujos se volvieron cada vez más secuenciales y tuve la necesidad de crear movimiento. Una práctica de base conceptual se presta fácilmente para la investigación multidisciplinaria, así que el tiempo que pasé en la Carnegie Mellon University (Pittsburg), donde hice la Maestría en Bellas Artes, expandí mi interés en la multiplicidad explorando las técnicas de grabado, escultura y animación.
C&: Su video Portrait of a Decade: Zimbabue 1999-2009 (Retrato de una década: Zimbabue 1999-2009) se exhibió en la décima edición de la Bienal de Fotografía de Bamako de 2015 y allí ganó un premio. ¿Puede contarnos cuál fue la inspiración del proyecto y cómo nació?
LN: Hice Portrait of a Decade en 2011. En aquella época sentimos como zimbabuenses que podía tomarnos un respiro colectivo y reflexionar sobre la última década de turbulencias socioeconómicas. A través de la recolección personal que hizo mi madre de sus experiencias cotidianas durante ese tiempo, la película aborda el efecto que tienen las políticas nacionales en las percepciones individuales de la realidad. El espectador sólo logra ver los pies y las manos de gente común tal como se los ve en los rituales cotidianos, en contraste con las escenas de autoridades gubernamentales, donde se ven muestra caras y cuerpos completos. El ensayo de Donald Donham “Staring at Suffering: Violence as a Subject” me sirvió como base en términos de pensar modos alternativos de representar el trauma. Allí él resalta nuestra responsabilidad de contextualizar situaciones en modos que enfaticen las complejidades en juego y eviten un abordaje esencialista del tema. El deseo de resistir al sensacionalismo es lo que me lleva a la obra de Doris Salcedo. En su obra aborda la historia y el silencioso trauma de los desaparecidos en su tierra natal, Colombia, pero la memoria y la pérdida están representadas allí sin melodrama.
C&: La situación socioeconómica de Zimbabue cumple un papel central en su video Free Fall: A Chronology of the Zimbabue Dollar. ¿Por qué eligió ese tema?
LN: Aunque oficialmente el dólar de Zimbabue se dejó de usar en 2009, sigue siendo un ominoso símbolo de la desesperante realidad económica que tuvo su punto máximo en 2008. La cuestión y la amenaza del “retorno del dólar Zim” se traducen en una sensación constante de incertidumbre que cala en la vida cotidiana mientras vamos por la cuerda floja de la inestabilidad económica y la precariedad política. Como ha escrito Ngugi wa Thiong’o “No es la política, es la vida”.
C&: ¿Compartiría con nosotros el modo en que usted hace semejantes instalaciones multimedia? Por ejemplo, ¿cómo trabaja usted con el espacio?
LN: Yo comienzo a partir de un elemento clave y después construyo alrededor una experiencia. El espacio en el que tienes que trabajar siempre te dictará la forma y la experiencia de la pieza. Con Free Fall, el elemento clave fue la animación en tres canales de video que luego fue mediatizado por la compañía aérea ficticia. Todos los elementos que forman parte de la instalación se usaron con vistas a esa ficción: yo hice de azafata y le serví maní a la gente; el maní venía en un envase especialmente preparado, con servilletas estampadas y se sirvió con un carrito de aerolínea restaurado; el loop de los videos lo impuso el guión de los anuncios de seguridad al abordar y dentro del avión; hay un área duty free con vitrinas donde hay moneda de Zimbabue fuera de circulación.
C&: ¿Qué importancia tienen para usted, en la exploración de contranarrativas, los conceptos de memoria y archivo en términos de imágenes?
LN: La colección de antologías Whitechapel: Documents of Contemporary Art es el resultado de una alianza editorial entre MIT Press y la galería Whitechapel, de Londres. En la introducción de su texto sobre el archivo, Charles Merewether escribe que una de las características principales de la sociedad actual es “la creciente importancia que se le da al archivo”. El concepto de Merewether de “contra-archivo” o “contra-monumento” en los que los artistas trabajan a través de “una forma de re-colección de aquello que se silenció y se enterró” impregna mi obra como artista. Mi necesidad de recordar está vinculada con los principios que Avishai Margalit define en su libro The Ethics of Memory, y está muy relacionado con lo que Derrida llama “fiebre de archivo”, es decir “buscar el archivo justo allí donde este se escapa”. Los archivos institucionales y personales continúan cumpliendo un papel importante en la obra de activistas que busca problematizar el pasado. Cuando se trata del impulso por crear una gama de alternativas en respuesta a la ideología dominante, el contra-monumento pone la memoria en movimiento, afirma la experiencia humana la vez que rompe con los absolutos unidireccionales de la autoridad.
C&: Usted realizó en 2016 una residencia en Salvador de Bahía, en la Villa Sul. ¿Puede hablarnos sobre esa experiencia y los encuentros que tuvo allí?
LN: Salvador fue una experiencia increíble. A través del Goethe-Institut tuve la oportunidad de exhibir mi obra y dar una charla en un festival de performances organizado por la Escuela de Bellas Artes de la ciudad. Hablé sobre mi trabajo en la universidad y para muchos, los paralelos entre los contextos políticos de Brasil y Zimbabue tuvieron especial resonancia. También me embarqué en un proyecto centrado en el gesto de desenredamiento: me envolví en veinte metros de tela blanca y así rodé cuesta abajo diferentes ladeiras y lugares de la ciudad. El video es muy bizarro. Y también dio lugar a una encantadora colaboración con la performer Michelle Mattiuzzi, que rodó para mí afuera del edificio Coati, diseñado por Lina Bo Bardi, en el Pelourinho, el centro histórico de la ciudad.
C&: ¿Qué hay de su interés sobe la historia de la esclavitud en África y Brasil? ¿Cómo aborda esta temática?
LN: Zimbabue no comparte la herencia del tráfico transatlántico del modo en que lo hace Benín, por ejemplo. Por eso, aunque es un aspecto de suma importancia en la historia global, no es una temática que tenga resonancias personales para mí. Reconozco, sin embargo, el tremendo valor que tienen los sentimientos y la investigación histórica de los artistas que conocí aquí en Brasil y que como parte de su práctica abordan ese tema. Los problemas, realmente graves, que hay hoy en Brasil respecto a la raza, no se pueden tratar si no se enfrentan las consecuencias de ese legado histórico tan repercusiones de ese legado histórico tan complejo.
C&: ¿Cómo ve las relaciones y conexiones entre los artistas lusoparlantes y los productores culturales de África y Latinoamérica?
LN: El lenguaje ha sido un elemento de suma importancia y mediador de mi experiencia aquí en Brasil. Abrió una conciencia totalmente nueva del mundo lusoparlante. Estuve pensando mucho sobre el temprano intercambio con Portugal y la influencia que tuvo en lo que hoy conocemos como Zimbabue: por ejemplo la introducción del maíz como nuestro cultivo básico y la integración de los antiguos colonos portugueses. También decidí visitar Mozambique. ¡Es a la vuelta de la esquina! Espero realmente tener una experiencia profunda, llena de arte, que vaya más allá de las excursiones turísticas con playas y camarones.
Lucia Nhamo obtuvo la residencia Goethe/Lanchonete por su participación en la Bienal de Bamako de 2015. El premio, que consiste en dos meses de residencia para un artista, es financiado por el Goethe Institut y Musagetes/ArtsEverywhere junto con Lanchonete.org. El premio se entrega a una artista cuya obra amplía o cuestiona las perspectivas sobre las migraciones africanas contemporáneas.
Aïcha Diallo ha trabajado como co-directora del programa de educación artística KontextSchule, afiliado a la UdK / University of the Arts, Berlín y como editora asociada de Contemporary And (C&).
Traducido del inglés por Nicolás Gelormini.