El título de la 32º Bienal de São Paulo, INCERTEZA VIVA, propuso echar una mirada a diferentes nociones de incertidumbre y a las estrategias que ofrece el arte contemporáneo para aceptarlas o habitarlas.
Vista de instalación de Lyle Ashton Harris, Once, Once (2016)
Carlos Motta, figura de la instalación Towards a Homoerotic Historiography, 2013, cortesía de la 32º Bienal de São Paulo.
Hito Styerl, vista de instalación de Hell Yeah Fuck We Die, 2016, cortesía de la 32º Bienal de São Paulo.
Pope.L, documentación de la performance Baile, 2016, cortesía de la 32º Bienal de São Paulo.
Escondida en el tercer piso del pabellón de la bienal diseñado por Oscar Niemeyer, en el parque Ibirapuera, se pudo ver la instalacion Once, Once (2016) del artista neoyorquino Lyle Ashton Harris.
A través de una selección de fotografías e imágenes en movimiento, el artista hizo una crónica de las Guerras Culturales de los años ochenta y noventa. La presentación profundamente dinámica reconstruyó de modo imaginario material histórico para reflexionar sobre lazos personales y colectivos con el multiculturalismo, el feminismo, y el activismo racial y LGTBQ. Las narrativas incorporadas aquí son de una vigencia asombrosa. Si miramos a nuestro alrededor hoy, encontraremos un paisaje similar de amargura política y turbulencias sociales y económicas. Esta realidad no escapó a la bienal, que se desarrolló en simultáneo con profundas rupturas económicas en el país anfitrión. Semejantes conflictos internos no son ciertamente algo exclusivo de Brasil. A lo largo de todo el globo encontramos innumerables ejemplos de cambio de órdenes políticos y sociales, particularmente en relación con el ascenso del populismo de derecha. No asombra, pues, que algunos comentadores hayan observado que estamos viviendo tiempos regresivos. Pero ese inesperado regreso de batallas que creímos ya había solucionado una generación anterior revela que ha quedado «una conversación sin terminar», como lo observó la teórica cultural Stuart Hall hablando del proyecto del multiculturalismo.
La 32º Bienal de São Paulo Incerteza Viva echó luz sobre numerosas incertidumbres de la vida contemporánea en relación con temas de clase, raza, género, sexualidad, ecología y tecnología. Las obras más exitosas de la muestra interrogan nuestra precepción de la historia y sus narrativas cerradas, resaltando las fuertes continuidades entre pasado y presente. Basándose en temas parecidos a los que señala la pieza de Asthon Harris, la instalación de Carlos Motta Towards a Homoerotic Historiography (2013–16) se interna además en las profundidades de la complejidad histórica. La obra incluye el proyecto Nefandus (2013–16), una colección de objetos de oro que describen diferentes partes del cuerpo amputadas y de figuras que realizan actos íntimos. Presentada en el lenguaje de una exhibición en un museo, esta pieza busca resaltar la supresión que hizo el colonialismo occidental de las culturas indígenas y cómo ha pervertido nociones de género y sexualidad a través de la imposición de creencias cristianas. En consecuencia, Motta nos fuerza a pensar sobre los debates actuales de género y sexualidad no con la estrecha mirada de nuestro tiempo sino a lo largo del arco de la historia.
Incerteza Viva se resistió de forma clara a la tendencia de bienales excesivamente curadas y optó por un diseño abierto que le dio a cada artista un espacio considerable. La exhibición muestra su fortaleza allí donde se manifiestan las conexiones entre las obras. Un ejemplo es la conversación entre los bellos y elaborados tejidos de Charlotte Johannesson y la pomposa instalación multimedia de Hito Steyerl Hell Yeah We Fuck Die (2016). La obra de Johannesonn –que uno supone fue una revelación para muchos visitantes– muestra la intersección de las tecnologías análogas y digitales en el ejercicio artístico del oficio además del profundo compromiso de la autora en abordar temáticas de su tiempo a través de este medio. Por su parte, la compilación de videos de Steyerl presentada dentro de un circuito de entrenamiento de parkour es un comentario de la propagación de la guerra y la violencia en nuestros días a través de la innovación tecnológica.
En otro lugar, los documentales del realizador Leon Hirzeman fueron puestos a dialogar con la obra del artista conceptual Pope.L para explorar temas de trabajo, capital y clase. Rodados en los años setenta, los filmes de Hirzeman muestran a trabajadores rurales que cantan canciones de su oficio en las plantaciones de cacao y azúcar de Bahía. Estas obras poéticas capturan las tradiciones orales de las comunidades de trabajadores rurales brasileños. Baile (2016), de Pope.L, es un montaje de mural y escultura que funciona como partitura de una performance homónima que se hizo a lo largo de cuatro días.
Hecha en las calles de São Paulo los primeros días de la bienal, un grupo de cuatro performers caminó y bailó por barrios socioeconómicamente diferentes. Dos llevaban vestidos de talle infantil y máscaras de calaveras que bien podría venir de cualquier tienda de disfraces; el otro par de performers estaba vestido de traje blanco. Con una banda sonora que salía de sus mochilas, la tropa de Pope L. evocó la tradición brasileña de los bailes de quince, la cultura popular y los desfiles. Con esta amalgama de formas populares, Pope L. señaló cómo la ciudad comprende divisiones de clase y culturales y cómo estas afectan la experiencia que cada uno tiene de la ciudad.
Fue reconfortante ver una exhibición que respondiera tan astutamente a su contexto inmediato y que privilegiara la conexión de las artes y los artistas con las cuestiones profundas a las que se enfrentan hoy la sociedades en todo el mundo. Incerteza Viva puso de manifiesto la paradoja esencial de la vida: vivir es estar en el instante, para atesorar las riquezas de la tierra y de aquellos con los que tenemos la fortuna de compartirlas. Pero en nuestro tiempo, como lo ha sido siempre en la historia de la civilización humana, vivir es luchar por derechos y valores que son fundamentales para el individuo y la sociedad: vivir es enfrentar la violencia inherente al mundo.
Yesomi Umolu es curador del Centro de Artes Reva and David Logan de la Universidad de Chicago.
Traducción del inglés de Nicolás Gelormini