Cuatro festivales africanos fundacionales

Llamado a la historia

Cédric Vincent escribe sobre la importancia de recordar los acontecimientos panafricanos.

Más allá de las rivalidades ideológicas (sobre todo en torno al concepto de Négritude) entre los eventos, rivalidad que contribuyó a delinear sus contornos, corresponde pensar los festivales de Dakar Argel, Kinshasa y Lagos como una apertura colectiva de un espacio de intercambio y encuentro. Los artistas y los operadores culturales de las delegaciones se encontraron, se conocieron e intercambiaron ideas. Es importante que se establezca un lazo entre ellos a fin de que se transmitan (esto es, se reciclen) ideas, prácticas e imágenes y circulen las personas, los objetos y los símbolos.

Una corriente de memoria ha tomado forma en diferentes clases de eventos artísticos a través del redescubrimiento y la reutilización de producciones intelectuales y artísticas vinculadas a los agitados años de la lucha anticolonial y de conquista de la independencia. La afinidad de estos eventos por la conmemoración ya se ha puesto de manifiesto a través de referencias explícitas a los festivales históricos, especialmente a través de los aniversarios de independencia. El Segundo Festival Panafricano, por ejemplo, se realizó en Argel en julio de 2009. Después, en 2010, y no sin dificultades, el tercer Festival Mundial de Artes Negras se organizó en Dakar. El tema fue Renacimiento Africano, una expresión acuñada por el expresidente de Sudáfrica Thabo Mbeki con la intención de redefinir la imagen internacional del continente. Anteriormente, los diferentes organizadores de la Bienal de Dakar habían hecho repetidas referencias al festival de 1966 para elevar el perfil del propio evento. Por último, en Sudáfrica, un proyecto que se frustró intentó hacer resucitar el FESTAC a fines de la década de 1990 después del abandono que sufrió la Bienal de Johannesburgo. Todos esos proyectos demostraron hasta qué punto el recuerdo de los festivales históricos influyó en el mundo del arte y la cultura en África.

Al mismo tiempo, las referencias a los festivales de los años 1960 y 1970 a menudo son estereotipadas considerando esos eventos puntos de partida canónicos y a la vez pioneros. Las imágenes y discursos producidos se inspiran en las mismas fuentes (catálogos, libros conmemorativos, etc.). Ahora bien, en los casos en que los estereotipos podrían rebatirse, la escasez de documentos lleva a una especie de nostalgia desmemoriada. Vale la pena señalar que, por lo general, esos festivales no conservan buenos registros de la propia historia y tienden a descuidar los archivos. Puede que esto dificulte el trabajo del historiador, pero tiene la ventaja de que la historia no está recubierta por el artificio de la memoria institucionalizada.

Cédric Vincent es antropólogo y posdoctorando en el Centre Anthropologie de l’écriture (EHESS-Paris), donde codirige el Archivo de Festivales Panafricanos, programa apoyado por la Fondation de France.

Translation: Nicolás Gelormini

Note: Este texto se publicó por primera vez en C&, el 19 de octubre de 2014.

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