En medio de un distrito turístico en Cuba, una galería se enfrenta a estereotipos y promueve el trabajo de artistas jóvenes. Pero las cosas no siempre son fáciles. Contemporary And (C&) América Latina visitó la galería Poco Bonito en Cienfuegos.
Objeto en la galería Poco Bonito, artista desconocido. Cortesía: Poco Bonito.
“Territorio libre de reguetón”: esas palabras dan la bienvenida a la galería Poco Bonito, en el casco histórico de Cienfuegos, Cuba. Al cruzar la puerta resalta el colorido tropical de las obras, pero aún más la variedad de temas abordados en los trabajos expuestos y ofrecidos a la venta. En medio del nuevo corredor turístico en el corazón mismo de la ciudad, se encuentra un espacio que quiere ser una alternativa al mosaico de clichés sobre Cuba y convertirse en una isla de arte fuerte en un mar de souvenirs.
Bajo el sonido de hip hop, charlamos con Carlos Infante, uno de los gestores y curadores de Poco Bonito. De dreadlocks finos y marrones, mirada penetrante y sonrisa amplia, Carlos nos acerca unas sillas y espera a que empecemos la entrevista.
En 2013, un amigo invitó a Carlos a trabajar en una cooperativa de arte, tarea a la que se dedicó durante un año y medio. Con el paso de los meses, se despertaron en él intereses artísticos. En 2015, la idea de montar una galería que le permitiera, a él y a una pila de artistas en la misma sintonía, desarrollar proyectos independientes se volvió realidad. Poco después, se unieron los artistas Alberto Veloz, Carlitos Herón, Amet Laza, Osmany Caro, Miguel A. Albuerne, Mumito, Roly y Pepe.
“El nombre de Poco Bonito no se nos ocurrió a nosotros”, cuenta Carlos. “Hay que darle el crédito al rapero habanero Etián Brebaje Man. Es esa parte jocosa que caracteriza al cubano cuando dice ʻPoco bonitoʼ, lo que queremos hacer aquí: un arte de belleza inusual que se salga de lo común, que sea ʻpoco bonitoʼ respecto a lo puramente estético en el prisma tradicional. Pero no es tan importante si es bonito o no, tanto como que el artista transmita un mensaje y cree como artista”.
Impreso na galería Poco Bonito. Cortesía: Poco Bonito.
Arte para un público mayor
Junto al proyecto de la galería surgió la iniciativa de organizar conciertos donde se proyecten imágenes de las obras de los artistas vinculados. A ritmo de reggae, hip-hop, jazz y otras músicas , Poco Bonito empieza a tener una presencia significativa en el ámbito artístico de Cienfuegos: “La historia de combinar música con arte viene de la necesidad de llevar el arte a un público mayor”, explica Carlos.
Sin embargo, el curador nos cuenta que aún no causan el efecto que quisieran en el público. Si bien la galería no está pensada exclusivamente para los turistas, Poco bonito es más visitada por ellos que por los propios cubanos. “El cubano usualmente no consume arte, y mucho menos lo compra”, dice. “Ni siquiera pasan por la galería, y es gratis”. Para lograr llegar a un público más amplio los curadores han creado un espacio más cercano y atractivo para el público: “Si pasas un día con nosotros acá, verás que creamos mucho ambiente porque ponemos una música bastante diferente al reguetón que domina todo el ambiente nacional. Así creamos una especie de microambiente”.
Para Poco Bonito, el arte contribuye a la música y la música contribuye al arte, lo que explica su postura reacia hacia el reguetón –un género extendido por América Latina y por el resto del mundo que a menudo reproduce el machismo y la misoginia– y su rechazo a lo que consideran una producción artística vacía de contenido.
Su crítica al reguetón va en la misma línea de su rechazo a reproducir los souvenirs que el turista desea encontrar en la isla: coches estadounidenses de los cincuenta, paisajes de la playa caribeña o afrocubanos fumando tabaco, bebiendo ron y con ropa supuestamente típica. Poco Bonito trata de retratar la Cuba que no se expone en la calle. “Hay temas que sobrepueblan el mercado”, dice Carlos. “Yo le pedí [a los artistas] que no trabajaran esos temas. No queremos que haya sobreexplotación de figuras políticas como el Che. Si es una obra muy bien trabajada del Che, vale, pero esa masificación del Che por donde quiera que uno pasa me molesta bastante… como los coches”.
Uno se pregunta si es fácil ser un artista en Cuba, una república socialista que se ha preocupado por impulsar el desarrollo cultural de su sociedad y ha despuntado con grandes escritores y pintores, músicos y cineastas. En Cienfuegos, pareciera que en cada esquina florece un artista, sea un poeta o pintor, artista de performance o músico. Cada persona que conocemos se presenta como artista.
Galería Poco Bonito. Cortesía: Poco Bonito.
“Lugar de turistas, no un mercado de arte”
Para Carlos, vivir del arte en Cuba es muy difícil. Las necesidades básicas son muy difíciles de resolver y eso lleva a que muchos artistas de verdadero talento no apuesten por hacer arte.
Por un lado, el cubano no acostumbra a invertir en arte, por otro, la mayoría de los cuatro millones de turistas que pasan anualmente por la isla tampoco está dispuesta a pagar precios decentes por obras de arte. “Este es un lugar donde pasan los turistas, no un mercado de arte”, afirma Carlos. “Los turistas pasan con pocos pesos, buscando comprar cosas baratas. Si les muestras una pieza de 500 dólares, es muy difícil venderla”. La demanda turística no facilita el auge de nuevas formas de expresión más allá de la artesanía. “Lo hemos intentado, pero nuestro precio no está ni cerca del precio de los mercados de arte. Y no es que queramos miles de dólares, es solo que vender una pieza por más de 100 dólares cuesta mucho trabajo. Yo no soy artista, pero convivo con ellos y sé que parir esa pieza lleva tiempo, y ese tiempo se traduce en dinero desgraciadamente. Si la gente no está dispuesta a pagarte una pieza a un precio que te permita ser artista, terminas haciendo artesanía, para lo cual no tienes que pensar. Simplemente reproduces y ya”.
Construir un discurso crítico frente al aparato cultural cubano es una tarea compleja que requiere de talento y entrega. Más aún si se agrega el elemento identitario de origen africano. A pesar de su radio de extensión, la cultura yoruba no es siempre acogida con los abrazos abiertos o valorada positivamente en Cuba.
Y sin embargo, la galería Poco Bonito acepta el reto y continúa construyendo un espacio de convivencia artística, que sirva de altavoz para las múltiples formas de expresión y la diversidad cultural del país. Es un ejemplo de la persistente necesidad de superar las imágenes clásicas y mostrar que existen otras Cubas. Entre ellas, una que expresa su identidad africana más allá del tabaco, el ron y el son.