Rastreando las prácticas de Ana Teresa Barboza, Sandra Monterroso, Yee I-Lann, y Aboubakar Fofana, este ensayo esclarece la historia colonial del añil y el modo en que artistas del sur global le están dando nueva vida a este famoso y único pigmento.
Sandra Monterroso, El agua se volvió oro, el río se volvió oro, el oro se volvió azul, 2019. Cortesía del estudio Sandra Monterroso.
Indigo en inglés, añil en español y adire en yorubía son los diferentes nombres con que se conoce este singular pigmento azul extraído de la planta Indigo tinctoria y otras variedades afines. Los tejidos y las cerámicas son el ejemplo más extendido del antiguo uso del añil en elementos de la cultura material de diferentes regiones. La evidencia más temprana de uso del añil se encontró en una prenda de ropa en Huaca Prieta, un antiquísimo sitio fúnebre ubicado en el norte del Perú. Se considera que la prenda de ropa es de unos 6200 años de antigüedad. Como sea, este tinte de usos múltiples también se aplica en la industria cosmética y se utiliza para propósitos medicinales.
Al igual que todo producto endémico del sur global, el aumento del cultivo del añil se vinculó estrechamente con la historia de la expansión imperial, con la colonización y el comercio transatlántico de africanos esclavizados. Sobre todo en Latinoamérica y Asia, el pigmento extraído era sumamente apreciado por ser la fuente más fina de tintura azul. La proliferación del cultivo de añil en plantaciones se convirtió en prioridad dentro de los planes de los colonizadores de estas regiones y el pigmentó resultó ser un instrumento de influencia política y un bien comerciable que se usó para alimentar las exigencias europeas de productos coloniales. A finales del siglo XIX, con la popularización de los blue jeans, se inventó la tintura artificial para dar respuesta a la creciente demanda de este colorante, lo que originó una brusca declinación de los cultivos de añil.
Sin embargo, el uso indígena del añil natural subsiste, aunque sea a pequeña escala. Artistas contemporáneos en todo el mundo incorporan a su trabajo el uso de este pigmento para reflexionar sobre diferentes nociones de la naturaleza y el conocimiento indígena y abordar el colonialismo y el giro descolonial.
Ana Teresa Barboza, Hilar, de la serie Detrás del textil, 2018. Fuente: https://www.anateresabarboza.com
Los trabajos indumentarios de Barboza son una meditación sobre el tiempo.
Ana Teresa Barboza (Perú, 1981) es una artista multidisciplinaria que usa principalmente tejidos. Está interesada en explorar el origen de los pigmentos y fibras naturales en conexión con los diferentes países en que aquellos se encuentran, y con los pueblos, que son guardianes ancestrales de conocimientos. Barboza utiliza ampliamente el añil, en un proceso de tintura que, como si tratara de un acto de magia, sólo comienza a mostrar resultado cuando se retiran las fibras de la mezcla. En Detrás del textil – Behind the textile – (2018-2019), Barboza interviene imágenes fotográficas con tejidos y resalta el contraste entre la inmediatez de la impresión en papel y el trabajo laborioso y detallista del tejido. En su período más reciente, los trabajos indumentarios de Barboza son una meditación sobre el tiempo.
La artista indígena Sandra Monterroso (Guatemala, 1974) aborda con su práctica de video performático la vaguedad de la temporalidad. De modo semejante a Ana Teresa Barboza, Monterroso encuentra inspiración en prácticas de tintura naturales y antiguas, que ella combina con tres ejes conceptuales de su obra: la materialidad del medio, la conexión con la espiritualidad y la ancestralidad, y la historia de la colonialidad en América Central, Abya Yala. En su obra incorpora tinturas naturales por su peso político –particularmente, el pigmento índigo o azul maya, como es conocido en Guatemala, fue considerado equivalente al oro durante la colonia– y por sus propiedades curativas, en un llamado simbólico a revivir y revalorizar las prácticas mayas ancestrales para curar definitivamente la herida colonial.
En su obra El agua se volvió oro, el río se volvió oro, el oro se volvió azul (2019), Monterroso aparece acostada bajo un largo vestido que cuelga de una pared y se extiende sobre el suelo. El tejido está formado por güipiles teñidos de añil. El güipil es una vestimenta indígena tejida a mano por mujeres. La obra cuestiona las prácticas extractivistas en Guatemala, que contaminan las fuentes naturales de agua tales como ríos, lagos y mares. Al volverse dorada y después azul, la artista sugiere metafóricamente el encanto originario de esas fuentes y, al mismo, la pérdida de sus propiedades curativas.
Yee I-Lann, The Orang Besar de la serie Fluid World, 2010. Imagen cortesía de galería Silverlens y la artista.
La artista Yee I-Lann (Malasia, 1971) se refirió alguna vez al añil como un “lenguaje compartido globalmente”. I-Lann ha incorporado el pigmento a varios de sus trabajos. En su serie Orang Besar (2010), la artista fusiona fotografía y batik en un intento de expandir ambos medios. Dentro de esta serie, la obra Fluid World combina tintura de añil japonés con seda china usando la técnica de batik malayo para hablar sobre la influencia y la resistencia. La obra presenta un mapa del sudeste asiático, particularmente los mares que bañan la parte continental. Fluid World es un mapa del intercambio que se da en la región, con los mares entendidos como rutas de conocimiento. También es un mapa de la resistencia y la elección del batik no es fortuita: el batik es una técnica de tintura basada en la resistencia de la cera, que se aplica en la tela. Es originaria de Indonesia aunque ahora se la encuentra en otras regiones como África Occidental. La tintura no penetra las partes enceradas, que así resisten a los efectos del proceso de teñido, pero sí se cuela cuando la cera se resquebraja. I-Lann se interesa en las poéticas del agrietamiento del batik como espacio de hibridación. La artista utiliza este simbolismo para hablar del sudeste asiático como crisol cultural favorecido por el flujo y la pleamar de los mares.
Se ha observado que el añil se usa ampliamente para la tintura de tejidos, práctica considerada tradicionalmente como una espacio femenino, y de hecho, si uno recorre la historia del arte, en el lenguaje visual de los tejidos se encuentran a lo largo del mundo las huellas de voces de mujeres. Con todo, el artista Aboubakar Fofana (Mali, 1967), que a edad temprana se enamoró de la técnica de teñido con añil, es un guardián de este conocimiento ancestral y experimenta en sus obras con los usos tradicionales del pigmento. En los trabajos de este artista malí encontramos los temas abordados por los artistas arriba mencionados, tales como la comunión con la naturaleza, el tiempo y la atemporalidad, y la espiritualidad. Para Fofana, la práctica artística funciona como vehículo hacia lo divino. El artista fue uno de los participantes de documenta 14 en Grecia, 2017, con su obra Ka Touba Farafina Yé – Africa Blessing, una instalación formada por 54 ovejas vivas, una por cada país de África, teñidas con añil natural. Este proyecto reflexiona sobre lo divino y sobre la paradójica realidad de la migración. Sobre lo divino, porque las ovejas son un animal adorado como fuente de alimento y vestimenta. Y sobre la paradójica realidad de la migración, por un lado, porque constituye una experiencia traumática tener que dejar el país propio y los seres queridos para viajar a lo desconocido y enfrentar numerosos peligros y, por otro, porque el proceso migratorio sólo trae riqueza al país en que se establecen los migrantes.
Retomando la concepción de Yee-I-Lann respecto al añil como “lenguaje compartido globalmente” y la metáfora del agrietamiento del batik, la tintura de añil resiste la modernidad y el ritmo vertiginoso de la vida. De todos modos, a través del arte conceptual, se mueve más allá del reino de la artesanía, se filtra en el mundo del arte y permite la experimentación y la creatividad expansiva.
Raquel Villar-Pérez es académica, curadora de arte y escritora. Se interesa por los discursos poscoloniales y decoloniales en el arte contemperoráneo y en la literatura del Sur Global sociopolítico. Su investigación se centra en el trabajo de mujeres artistas que abordan nociones de feminismos transnacionales, de justicia social y ambiental, y en las fórmulas experimentales para presentar esas nociones en un contexto de arte contemporáneo.
Tradução: Nicolás Gelormini