Resistencia, represión, maternidad, erotismo, el examen del cuerpo y de la política del cuerpo… hay muchos acercamientos posibles a una reflexión sobre dos grandes muestras que tuvieron lugar en Los Ángeles a finales de 2017: Anna Maria Maiolino, Museo de Arte Contemporáneo y Radical Women – Mujeres Radicales: Arte Latinoamericano, 1960-1985, Museo Hammer. Dado el actual contexto político estadounidense, la importancia de ambas muestras, incluidas en el Pacific Standard Time: LA/LA (una iniciativa de la fundación Getty con instituciones artísticas del Sur de California), no puede subestimarse.
El lenguaje del actual gobierno de los Estados Unidos, violento y legitimador de los abusos hacia el cuerpo (especialmente hacia los cuerpos negros, morenos y de trabajadores), su cuestionamiento de los derechos reproductivos de las mujeres, sus restricciones en las fronteras y redefinición de los límites, por no mencionar la irascible propuesta aullada desde el sillón presidencial de crear un muro entre los Estados Unidos y México, es un marco perturbador, para estas dos exposiciones, en una ciudad, como Los Ángeles, donde el 49% de su población es de origen centro y suramericano, según el censo del 2010.
Las artistas de ambas muestras conforman un grupo heterogéneo. Por eso, es importante considerar su contribución dentro de un contexto histórico amplio. Asimismo, es innegable su impacto en la política latinoamericana, especialmente en las identidades femeninas y queer. A partir de los años sesenta, con la violencia de Estado, los cambios turbulentos de régimen y la poderosa resistencia en muchos países de Latinoamérica, el feminismo, el arte y la militancia lucharon codo a codo. La artista y escritora mexicana Mónica Mayer recuerda: “De acuerdo a mi experiencia, en esos años no había modo de ser artista sin ser de izquierda”. Dicho de otro modo, la generación de artistas de la muestra Mujeres Radicales investiga y cuestiona las relaciones de poder, clase, género e identidad en sus vidas y en sus países. Más aún, como señalaba Andrea Giunta, cocuradora de la muestra, en el panel “La política del cuerpo” “En muchos aspectos es un abordaje queer, que desestructura la idea de maternidad”.