El pueblo de Cherán, como también los y las artistas, rechaza “estructuras que no les sirven”, como dice Calveiro. Construyó su propio sistema que podría ser ejemplo de una forma diferente de vivir juntos, una forma más comunitaria, más responsable, menos capitalista, sin expropiación. Igualmente relevante para este sistema es el hecho de que el arte no funciona sobre la base de instituciones conocidas; no toma forma en museos y galerías. Como ya afirmó Néstor García Canclini en los años setenta, es necesaria una teoría de la relación entre arte y sociedad. El sociólogo del arte plantea que el arte puede ser “una acción en el espacio” y el artista un “diseñador del ambiente”. Pero entonces surge la pregunta: ¿qué es un artista, un activista o un militante? El pueblo de Cherán nos demuestra que, si nos acercamos de ese modo a su trabajo, nos equivocamos. Una posible respuesta viene del idioma purépecha, que desconoce la palabra “artista”.
Los temas que el colectivo relata son claramente políticos, por ejemplo, una parte del mural Uinapikua muestra el rostro del presidente Andrés Manuel López Obrador, frente a media cabeza de un taré, una deidad patrona; abajo se ve la mitad del rostro del exgobernador Silvano Aureoles y se leen palabras como “pueblo” o “respeto” y frases como “no esperes sumisión” , que recuerdan que el presidente no tiene derecho de entrar a Cherán. La pintura gigante de Uinapikua se compone de varios paneles más pequeños, alternativamente impresos, tejidos o construidos con resinas y objetos encontrados. En otra parte del mural aparece la palabra uri, que se refiere a las manos que trabajan o al trabajo creado. Qué acertada descripción: ¿qué son los artistas sino manos trabajadoras?