Dos libros de reciente aparición se enfocan en artistas que usan el tejido como forma de transitar la política y de crear sentido. Belleza, fragilidad e impulso transgresor se entrelazan en sus obras.
Autor desconocido, No podemos opinar, Chile, década de 1970. Archivo Roberta Bacic. Cortesía de Arpilleras de la Resistencia Política Chilena
Detalle de edredón de SIDA, por Don Yowell. Foto: Julia Bryan-Wilson.
Detalle de edredón de SIDA para Billy Hiatt. Por Mike (Mac) McNamara. Foto: Julia Bryan-Wilson. Cortesía del proyecto NAMES
Cecilia Vicuña, Quipu Womb (La historia del hilo rojo), 2017. Instalación, documenta 14, Museo Nacional de Arte Contemporáneo, Atenas (EMST). Foto: Mathias Voelzke. Cortesía de la artista
Cecilia Vicuña, Guardián, 1967. Técnica mixta. Cortesía de la artista
Cecilia Vicuña, Vaso de leche, Bogotá, Colombia, 1979. Técnica mixta. Cortesía de la artista
Fray: Art and Textile Politics (“Deshilachar: política del tejido y del arte”), de Julia Bryan-Wilson (University of Chicago Press, 2017) reúne una serie de ensayos concentrados en lo que la autora considera personal y políticamente significativo en el mundo del tejido. Desde The Cockettes hasta las arpilleristas, Bryan-Wilson desteje los curiosos aspectos de lo que nos hace querer tanto los tejidos y tener una relación tan personal con ellos. Docente del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de California, Berkeley, Julia Bryan-Wilson considera que todos somos expertos en el campo de los tejidos, porque nos acompañan a lo largo de nuestra vida. “Todos tenemos”, escribe, “una relación profunda con ellos”.
El impacto político que los tejidos tienen en nosotros puede percibirse claramente en el análisis que Bryan-Wilson hace del AIDS Quilt (“Edredón del SIDA”). Esta sección nos sumerge en el impacto socioeconómico que el sistema político estadounidense tuvo sobre la gente que vivió con VIH en los años ochenta. Al comienzo de este problema sanitario, no se conocía ni se comprendía bien qué era el SIDA, por eso las comunidades debieron unirse y trabajar juntas para desafiar los sistemas de salud y políticos caracterizados por la violencia y el prejuicio. Sobre todo los hombres gays y sus aliados abrieron el camino, y muchos de los relatos y epitafios ahora permanecen gracias a ese edredón inclusivo.
Detalle de edredón de SIDA, por Don Yowell. Foto: Julia Bryan-Wilson
Bryan-Wilson es honesta al reconocer que el edredón también fue visto como lo que ella llama «una biblioteca problemática, incompleta». Por ejemplo, los nombres de hombres negros fueron excluidos largamente de la narrativa del edredón. Bryan-Wilson compara este proceso con un tipo de archivo “sin jurado, que acepta todas las postulaciones, pero aun así es autoselectivo en relación con quién es animado o se siente invitado a participar”.
Su decisión de poner el foco en la conexión neoliberal entre Estados Unidos y Chile es un abordaje emocionante de diferentes concepciones de lo textil y su expresión en el arte, la artesanía y el mundo político. Bryan-Wilson dedica el capítulo “Threads of Protest” («Hilos de protesta”) a la artista chilena Cecilia Vicuña –una imagen de la obra Momio, de Vicuña, aparece en la tapa de Fray– y a un extenso análisis de las obras, hechas a partir de retazos, conocidas como “arpilleras”. Por lo general, las arpilleras se consideran una expresión híbrida de las mareas de la vida, una manera de evocar la existencia cotidiana de su(s) creadora(s) a través de medios gestuales simples: costuras, telas de colores y aplicaciones. Estas obras, hechas por grupos de mujeres (las “arpilleristas”) en Chile con materiales simples como arpillera y retazos de tela, fueron también un modo transgresor de narrar la violencia propagada por la dictadura militar de Pinochet de 1973 a 1990. Las arpilleras son la cronología histórica de las vidas de sus creadoras: a veces describen una vida doméstica tranquila; otras, muestran sangrientas escenas de gente fusilada en la calle.
Julia Bryan-Wilson demuestra que, con sus marcas de género, cultura, histórica y clase, la fibra y la ropa son soportes de memoria y que a pesar de su aparente inocencia visual están cargadas de significado profundo. La belleza de todos los capítulos de Fray, con espléndidas ilustraciones intercaladas, es la belleza de la frágil naturaleza de la vestimenta.
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En Read Thread / The Story of the Red Thread (“Hilo leído / La historia del hilo rojo”) (Sternberg Press, 2017) hay que estar preparado para lo inesperado de Cecilia Vicuña: diferentes episodios de lana roja ubicados con gracia en diversos lugares, en un árbol, en la calle, en una bicicleta. Algunos están entretejidos, entreverados en diferentes escenas, otros están separados y cuelgan de sí mismos a la manera de un quipu (un dispositivo tejido de cálculo usado aproximadamente entre 1350 y 1530 en la región andina de Sudamérica habitada por los incas). Su revisión del quipu es un modo de evocar la historia ritual de sus ancestros, y a la vez una crítica de la pérdida de esos antiguos sistemas de comunicación, en parte debido a la guerra, en parte debido a la acción de las fuerza colonialistas españolas.
La imagen del hilo rojo de Vicuña es una poderosa reflexión sobre muchas cosas. El color rojo simboliza la sangre, las vísceras, la menstruación y lo que está dentro de nosotros. También está la idea del rojo como análogo a la oposición política –comunismo, revolución–. Y la revolución es algo con lo que Vicuña podría haber estado familiarizada, habiendo crecido en el Chile posterior a Allende, con todo el miedo y la intimidación que significaba el régimen de Pinochet.
Cecilia Vicuña, Quipu Womb (La historia del hilo rojo), 2017. Instalación para documenta 14, Museo Nacional de Arte Contemporáneo, Atenas (EMST). Foto: Mathias Voelzke. Cortesía de la artista
El hilo rojo de Vicuña es una poderosa reflexión sobre muchas cosas. El color rojo simboliza la sangre, las vísceras, la menstruación y lo que está dentro de nosotros.
En este libro encontramos el hilo rojo en diferentes aspectos: familiar, aunque enigmático; pasivo, aunque violento. La elección de usar papel brillante para los dos primeros tercios del libro enfatiza el material como organismo vivo, algo que es abyecto y corpóreo. En esta parte del libro se usan imágenes fotográficas del hilo rojo en sus diferentes ropajes, acompañadas por textos, poesías, referencias, obras frágiles en papel.
La última parte del libro, en papel mate, tiene cuatro ensayos breves sobre Vicuña. Jose de Nord hace un retrato poético de su exilio de Chile a comienzos de los años setenta. “Ella ya estaba viviendo el tipo más duro de exilio”, escribe, “el exilio de haber abandonado su propio cuerpo en las bahías de una playa que se transformó en el impenetrable borde externo de ese interior que ya antes la había cargado de precariedad”. De Nord habla de los pequeños fragmentos de esos restos que Vicuña recogería y arrojaría al mar. Las obras resultantes, llamadas precarios, muestran los modos en que la artista se identifica con la fragilidad de la naturaleza de la mareas altas y bajas de la vida. Los precarios también hablan de la precariedad de esa vida en el exilio, la creación de algo nuevo que puede retornar como algo transformado.
En el breve ensayo “Body as Place: Political Crossings in Cecilia Vicuña’s work” (“El cuerpo como lugar: cruces políticos en la obra de Cecilia Vicuña”), De Nord localiza en el vasto cuerpo de la obra de Vicuña el uso más temprano del hilo rojo. Vuelve a relatar el momento en que ella recuerda la primera vez que vio la momia del cerro El Plomo y el impacto que tuvo sobre ella ese artefacto humano. Mirando el deteriorado cuerpo del niño y advirtiendo en su mano un pequeño trozo de hilo que aún era vívidamente rojo, Vicuña intentó repetir esa visión del hilo rojo como tratado sobre el poscolonialismo y como recordatorio de la sangre de los ancestros, una re-visita del espacio en tanto “un cuerpo de la tierra”.
Los libros:
Julia Bryan-Wilson, Fray: Art and Textile Politics, University of Chicago Press, 2017.
Cecilia Vicuña & Michele Faguet, Read Thread / The Story of the Red Thread, Sternberg Press, 2017.
Nan Collymore escribe, organiza eventos de arte y confecciona adornos en metal en Berkeley, California. Nacida en Londres, vive en los Estados Unidos desde 2008.
Traducción del inglés: Nicolás Gelormini